Dicen que es valiente quien supera su miedo. Quien no tiene miedo es, simplemente, un insensato. Esta reflexión, que no es mía, es más que apropiada a los tiempos que corren. Nos han tocado en suerte, qué le vamos a hacer. No seamos insensatos, no precisamente ahora.

Mientras todo el mundo en todas partes corre alarmado de aquí para allá como gallinas descabezadas, o se encierra en casa con una sensación de pánico y abandono en el cuerpo, algunas personas intentan sobrellevar la situación y ayudarnos a sobrellevarla promoviendo la cultura, que es mucha y diversa. Estos días de aislamiento y relativa soledad serán, quizá, los más adecuados para leer un buen libro o disfrutar del arte y la buena música. 

Es muy cierto que los museos, las salas de concierto y exposiciones, etcétera, cierran para evitar zonas de contagio. Normal. Tiene que ser así. Pero es también muy cierto que muchos de nosotros —sin ir más lejos, ustedes, lectores— tienen acceso a las redes sociales y que Internet podría ser, por fin, algo útil y provechoso. 

En Madrid, han cerrado los grandes museos, pero quedan sus sitios web y algunos directores de comunicación de estas infraestructuras se han lanzado a promover el arte a través de las redes. Emitirán conferencias, documentales, analizarán una obra de arte en directo… mientras no puedan abrir el museo. Un museo virtual. Espero que en Barcelona hagan lo mismo en el MNAC, por ejemplo, que mira que no tiene obras para presumir. Es el momento de mostrar al mundo que una buena instalación museística mejora con una excelente política de comunicación. ¡Adelante, pues! ¡Anímense!

Pero lo mejor de todo es la iniciativa de algunas personas amantes de la cultura y activas en las redes sociales. Son gentes como usted o como yo. Profesores o profesionales de la cultura algunos de ellos, pero no todos; divulgadores aficionados que demuestran lo mucho que puede hacerse con pocos medios y un poco así de voluntad y rigor. Con el «hashtag» #TwitterCultural y algún otro asociado, los usuarios de esta red hablan de su cuadro favorito en tal o cual museo, de ese magnífico edificio en tal sitio, recomiendan un buen libro, enlazan con grabaciones de ópera excepcionales… Lo hacen unos con rigor académico y otros con ánimo divulgador y muchos, con humor, que nunca está de más. 

El arte es de todos y si a todos no alcanza es porque no se muestra, no se explica o, simplemente, se desconoce. Esta red de aficionados, aficionados en el mejor sentido del término, vale su peso en oro. En los tiempos que corren, sus impulsores y colaboradores merecen, además, un aplauso. No quiero nombrar a los promotores de esta idea porque seguro que me dejo alguno, pero son gente excepcional, ya les digo. Todos. Desde aquí, mi abrazo a quienes demuestran, día a día, que las redes sociales son o pueden ser algo valioso. ¿Qué digo valioso? Valiente. 

A mal tiempo, cultura. Ea, he dicho.

Estas pequeñas iniciativas se quedan en la anécdota, pero nos demuestran que, cuando nos ponemos, podemos hacer cosas de provecho y dar lo mejor de nosotros mismos. Mis queridos lectores, ánimos y un abrazo. Esto pasará, peor o mejor, tarde o temprano, así que paciencia, perseverancia, cuidado y calma.

Post-data:

Cuando pase todo este cirio, alguno tendrá que preguntarse si fue tan buena idea recortar la inversión en la sanidad pública, o por qué el 061 era un teléfono de pago. También espero que la concentración de la Meridiana se disuelva por razones sanitarias, pero lo dudo. Todavía no hay vacuna para la tontería.