No lo ha dicho la oposición. Lo ha dicho el gobierno municipal en boca del teniente de alcaldía de Seguridad, Albert Batlle, en la Comisión de Presidencia, Derechos de Ciudadanía, Participación, Seguridad y Prevención. Batlle no se refugió en milongas y en palabras vacías de contenido. No se anduvo por las ramas cuando afirmó “no buscamos milagros, no los habrá. Debe haber trabajo continuado en una situación que nos preocupa". 

Es de agradecer que un responsable institucional no intente vendernos duros a cuatro pesetas. Que reconozca un problema de seguridad sí, pero también de convivencia y de brecha social. El concejal, ciertamente, lleva un año al frente de la seguridad de Barcelona. Se le puede acusar de que en un año no se ha erradicado el problema, pero un analista realista no puede menos que constatar que la situación ha mejorado sustancialmente. 

Se hubiera agradecido la misma sinceridad por parte de la alcaldesa. Ciutat Vella es el garbanzo negro de Barcelona. Quizás no el único, pero sí el más evidente en una ciudad que no atraviesa su mejor momento. Más bien al contrario, atraviesa su peor momento. No se puede achacar toda la culpa al consistorio, pero algunas de las políticas impulsadas en los últimos años solo han agravado una situación que ha ido aparejada a una crisis económica, política y social. 

Batlle lo dejó claro. La solución pasa por mayor presencia policial, pero no es el único camino. Los servicios sociales deben también hacer su trabajo además de escuchar a los vecinos. Como dijo Batlle, soluciones mágicas no existen. Ni están ahí, ni se las espera. Consenso es la palabra clave, añadiendo otra: acción, para afrontar un “abordaje integral” y crear el ambiente de “misión compartida”. 

Los políticos con demasiada asiduidad se parapetan en negar la evidencia. Como si esta negación fuera el salvavidas de su acción política. No estamos acostumbrados a ver la otra cara de la moneda. La cara que reconoce los errores, las deficiencias, los problemas, y que templa las palabras para buscar espacios de consenso. “Tenemos un problema grave”, no es sólo una frase. Es una forma de entender la política y de hacer política que se echa a faltar en estos tiempos en los que el barro, la pelea barriobajera, la corta mirada y la bronca se regodean y enseñorean del paisaje político. Las palabras de Albert Batlle son un soplo de aire fresco. Ahora hay que ponerse manos a la obra.