Un latiguillo podría ser el de ‘Barcelona va bien’, aunque la percepción pueda ser la contraria, o la inevitable comparación con Madrid lleve a pensar y afirmar que la ciudad y sus principales actores se han dormido. Ahora, con la Copa América de Vela, que ha trabajado de forma paciente el lobi Barcelona Global, junto con el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, se podría decir que comienza la remontada. En todo caso, el evento puede elevar los ánimos, como símbolo de que si se trabaja y se camina en una misma dirección los frutos acaban llegando.

Hay, sin embargo, una realidad que debe ser contextualizada. El ecosistema digital, el entramado de startups que se desarrolla en la ciudad, no puede ser ignorado ni menospreciado. Pero tampoco se puede señalar que es la muestra de un dinamismo económico que situará la ciudad entre las mejores de Europa y las más atractivas del mundo. Ese ‘saber estar’, esa necesaria prudencia, pero con la cabeza alta, debería ser la tónica que impere y el mensaje que deberían trasladar las autoridades municipales.

Este medio intenta seguir esa línea. Lo mostró en un debate organizado por Metrópoli en el auditorio de Esade, con la participación también de la universidad, la pasada semana. El mensaje de fondo quedó claro: es necesaria una mayor innovación, por parte de todas las empresas, y una coordinación entre la administración y las startups y el organigrama que las impulsa, como la modélica Tech Barcelona, para que el conjunto empresarial tenga un mayor valor añadido, para que sean empresas de largo recorrido y que de ellas nazcan ‘empresarios’ que se apasionen, a los que les ilusione un crecimiento sostenido.

Eso es lo que aporta valor a una ciudad y a un territorio. En el debate participaron Miquel Martí, director general de Tech Barcelona; Xavier Ferràs, profesor de Esade; Helena Torras, CEO de Paocapital; Xavier López, director general corporativo de Eurecat; y Ezequiel Navarro, miembro del Comité Ejecutivo de Ametic y CEO del grupo Premo. El contraste de todos los puntos de vista fue muy positivo, porque sitúa el problema: Barcelona es una ciudad que se ha transformado por completo en los últimos 25 años. La industria tradicional es ahora la industria digital, con un cambio importante: el número de puestos de trabajo es menor. Y la atomización mayor. Ocurre en la propia industria tradicional: los coches eléctricos precisarán de menos personas para su fabricación, y eso supone un enorme reto social, que no se acaba de asumir.

La cuestión es saber qué se quiere y poner los medios para lograr los objetivos que se establezcan, desde el realismo. El ecosistema de startups es una realidad innegable. Hay inversores, talento, buenos centros de investigación y el intangible de Barcelona: una ciudad mediterránea con un buen nivel de vida. Pero hay que dirigir los esfuerzos. Y lo que se apuntaba en el encuentro de Esade, como explica el profesor Xavier Ferràs, es que la economía de servicios que impera en Barcelona, en Cataluña y en el conjunto de España, produce startups como Glovo, un auténtico fenómeno, pero que supone algo no demasiado sofisticado: lleva comida a domicilio, caprichos o necesidades perentorias cuando estamos en casa sin ganas de salir al exterior. ¿Qué ha sido vendida con un valor muy alto? ¿Qué fue uno de los primeros unicornios? ¿Y qué?

La economía de servicios está bien, tal vez sea lo que pueda alcanzar esta ciudad o este territorio llamado Cataluña. Pero la riqueza –para poderla repartir después– se crea con empresas propias, con dueños responsables, con un entorno administrativo que ayude, o que, por lo menos, no entorpezca.

Y después está la ambición, y en eso es cierto, pese a que se presenten buenos datos y una evolución económica positiva, que Barcelona flojea. Necesita un impulso, por parte de una clase económica dirigente, que parece que ha dimitido. Y sin ella, las autoridades políticas locales lo tienen muy complicado.

Pese a ello, hay buena materia prima. Las startups de Barcelona, el tejido emprendedor que se ha organizado, es, en todo caso, el mejor de España. Ahora falta dar muchos más pasos en la buena dirección.