Nuestro insigne concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, Eloi Badia, saca pecho ante su nuevo fiasco. “La recogida selectiva ha aumentado del 37% al 65%” y “Sant Andreu del Palomar es el barrio que más recicla de toda la ciudad”. No es raro que lo haga porque Badia vive en su propia burbuja. La misma en la que vive la alcaldesa Ada Colau, la máxima edil de la Barcelona antipática y negacionista, como la calificó Josep Sánchez Llibre en las Jornadas del Cercle d’Economia.

A pesar de que el consistorio saca pecho, lo cierto es que el barrio está sublevado. De momento, la han emprendido contra la concejal Lucía Martín, que se ha convertido en el parapeto del responsable último del desaguisado de las basuras que suma a las chapuzas de la eléctrica municipal, cementerios o la remunicipalización del agua. Por cierto, al señor Badia le interesa tanto el agua que llegó tarde a la Junta de la sociedad mixta. Tenía bastante con hacer caja a costa de los ingresos que le reporta la explotación, pero sobre todo la recaudación impositiva que se camufla en el recibo que pagan todos los barceloneses.

Badia haría bien en estudiar que pasó en Euskadi cuando se aplicó la recogida PaP, puerta a puerta. Bildu fue el impulsor ante la oposición del resto de partidos, pero sobre todo de los vecinos. Algunas alcaldías históricas de los independentistas de izquierdas cayeron en las siguientes elecciones. Quizás este augurio es lo único positivo en toda esta polémica.

Bildu dio la espalda a sus ciudadanos e incluso se negó a realizar una consulta popular. Estaría bien que Badia hiciera esta consulta, que para otras cosas las ensalza al máximo. ¿Están de acuerdo con el nuevo sistema de recogida de basuras impuesto por el Ayuntamiento? Sería un ejemplo de pregunta. Se la sugiero a título de inventario, pero estoy seguro de que el muy demócrata concejal Badia considerará irrelevante esta consulta. Sobre todo, porque todo apunta que la perdería de forma aplastante.

De momento, el PaP nos deja imágenes para olvidar. Basura acumulada, trabajadores municipales escudriñando las bolsas y cabreo generalizado. Ahora solo nos falta que con el calor las ratas hagan su particular agosto. No sería de extrañar porque la basura acumulada provocará un efecto llamada en “los simpáticos roedores”. Mientras las esperamos, el concejal Badia debe estar haciendo números y preparando las sanciones para todos aquellos vecinos que no se dobleguen al sistema arbitrario e impositivo de tirar la basura a sus horas, en los días señalados, como si los vecinos tuvieran que adaptar su agenda a los gustos de los munícipes. ¿No es al contrario?

De momento, el concejal asumió las críticas en la comisión de Ecología y Urbanismo, pero no variará ni un ápice su posición. Es de los de insistir en el error antes que reconocerlo. Nada, les emplazo a esperar a las ratas y a las sanciones. El PSC empieza a mostrarse incómodo. Desde las superillas, la movilidad, el Hermitage, el aeropuerto… y un largo etcétera. Quizás es el momento para que los socialistas digan basta al despotismo ilustrado de los comunes porque Badia no es Jovellanos. En el siglo XXI nos merecemos algo mejor. Lo digo por Badia, no por Jovellanos.