Podríamos remontarnos a meses y años atrás, aunque no es preciso, solo volviendo la vista a la semana pasada, será más que suficiente.

Los casos de violencia que se dieron en Cataluña la semana pasada no se pueden contar con los dedos de una mano. Prácticamente, uno por día. Y todos, todos sin excepción, vinieron del mismo lado, del lado de los demócratas antifascistas. ¿Cómo te quedas?

A Manuel Valls le obligan a salir escoltado del Raval, lo siguen hasta el metro. Por lo visto, no todo el mundo tiene permiso para pisar la calle tranquilamente. Estaría bien conocer el teléfono del imbécil al que tenemos que llamar para pedirle permiso, antes de salir de casa.

A Rivera y Arrimadas se los querían merendar unos burgueses con pinta de burgueses, que van de antisistema. Era divertido ver cómo gritaban cuando los políticos entraron en el Liceo. Parecían poseídos por el demonio del antifascismo. Aquí lo mismo, por favor, que alguien pase el teléfono del imbécil que reparte los permisos para poder entrar  en el Liceo. 

Un simpático CDR, fugado de la Justicia porque fue valiente para liarla parda pero no para asumir las consecuencias, intentó boicotear una conferencia de Borrell en Bruselas.

Y luego los salvajes encapuchados, que albergan en su interior un pequeño hitlerito, pusieron patas arriba Terrassa i Girona porque les hacía mucha pupita que VOX hubiera convocado allí un acto. Contenedores quemados, policías heridos, viandantes atropellados por contenedores conducidos por imbéciles sin remedio, quema de banderas y vallas contra la policía para llegar a los manifestantes y empezar una batalla campal.

Y luego tenemos que aguantar que nos vengan estos imbéciles, y los que se declaran amigos suyos, y les dicen que aprieten, que hacen bien en apretar, y pretendan explicarnos qué es la paz y la democracia. ¡A la mierda!

Os diré una cosa. Viendo cómo se comportan PP, Cs y VOX, creo que debemos procurar imitar su ejemplo de fascismo y de extrema derecha. Hablar, defender nuestras ideas y no intentar reventar todo lo que no nos gusta. No acabo de pillar la idea de salir con palos a la calle para empezar una puta guerra. 

Y es de vital importancia alejarnos de esta progresía que lo impregna todo, tenemos que alejarnos mucho de la izquierda social, de la izquierda democrática y de otras pamplinas antifascistas. 

¡Viva la extrema derecha, coño!