Tras meses de malas noticias en lo que a contagios se refiere, parece que podríamos empezar a ver algo de luz en el horizonte. La tercera ola ha empezado a vivir un descenso en los hospitales catalanes. Un descenso lento, pero según afirma un análisis del grupo investigador Biocomsc, de la Universidad Politécnica de Cataluña, consistente.

Según afirman las cifras oficiales, el pasado día 24 se llegó a un pico máximo de hospitalizados por Covid y desde entonces la curva parece que empezará a ir hacia abajo. Por el momento constatamos que hay menos hospitalizados y, según afirman los entendidos en el tema, en las UCIs empezará a pasar lo mismo. Hoy, de hecho, deberíamos llegar al pico máximo y empezar a vivir también un cambio de tendencia.

Clara Prats, que lidera el grupo de investigación de Biocomsc, afirmaba que “está pasando lo que esperábamos que pasase. La secuencia siempre es así. Si el día 7 se toman medidas de cierre, una semana después vemos que la I’R baja, cosa que significa que ha habido menos contagios; una semana después de este descenso en los nuevos casos, también empiezan a ser menos los enfermos que llegan a los hospitales. Otra semana después pasará lo mismo en las ucis. La curva de muertos tiene otro tempo”.

Sin embargo, pese a la buena noticia que supone este cambio de tendencia, los investigadores también alertan de que tampoco debemos pensar que esta situación no vaya a cambiar en un futuro cercano. Hay cantidad de variables que podrían hacer que la situación volviera a empeorar en breve. Cualquier pequeño cambio en la situación actual nos hará subir de nuevo en el número de contagios y por lo tanto en el número de enfermos hospitalizados.

Y esos pequeños cambios se pueden producir de muchachas maneras. Las elecciones catalanas pueden ser un foco de infección, sin duda. Sobretodo teniendo en cuenta que la forma en que el gobierno de la Generalitat encara estas elecciones no parece ser la más adecuada. De hecho, si comparamos los protocolos que se han planteado desde la Generalitat con los que estableció Portugal, es fácil darse cuenta de que se podrían dar mayores facilidades para ir a votar y se podría hacer de forma más segura. En cualquier caso, esos pequeños cambios que nos pueden hacer empeorar no vienen solo de la mano de las malas decisiones que toman los dirigentes separatistas.

La preocupación por la incidencia de la cepa británica debería hacernos pensar. Y digo debería hacernos pensar, refiriéndome a los ciudadanos de Barcelona. Que parece que algunos no se enteran de qué va la película.

El pasado viernes decenas de personas se manifestaron en el Raval por las multas que interpusieron los Mossos d’Esquadra a personas que se manifestaron en pleno estado de alarma. Una veintena de activistas de grupos dedicados a parar desahucios y a repartir alimentos durante la pandemia recibieron sanciones de unos 10.000 euros por haber participado en concentraciones reivindicativas durante el mes de mayo. El pasado viernes los manifestantes afirmaban que “los políticos están poniendo los intereses de los privilegiados por encima del resto de las personas", y tratando de mantener las distancias de seguridad intentaron hacer escuchar sus reclamaciones. Podemos compartir o no sus proclamas, pero por lo menos estas 50 personas mantuvieron la distancia y cumplieron las restricciones en una manifestación que duró media hora. Particularmente no me parece buena idea manifestarse con la que está cayendo, y creo que manifestarse en pleno estado de alarma fue una insensatez, pero…_ ¿a quién más se le ocurría manifestarse en esas fechas? A independentistas radicales que mantuvieron sus concentraciones periódicas en distintas partes de la ciudad. Lo que no sabemos es si a estos últimos les han multado como a los vecinos del Raval.

Al final tan estúpido era manifestarse en el mes de mayo como hacerlo ahora con la que tenemos encima. Es cierto que quizá no todos conocemos el estudio de Biocomsc, pero cualquiera puede inferir viendo el número de infectados que las cosas no van bien.

Y no van ni irán bien porque siempre hay algún grupo de descerebrados dispuestos a poner sus pulsiones por encima del sentido común. Este pasado sábado, por ejemplo, hemos podido ver en Barcelona cómo radicales separatistas y antisistema realizaban una concentración de apoyo al rapero Pablo Hasél que ha sido condenado por enaltecimiento del terrorismo. La concentración acabó como acaban siempre las concentraciones radicales que vivimos en nuestra ciudad. Con ataques a la policía. Pero en este caso no es tanto el final (que es el de siempre) sino el desarrollo el que me molesta especialmente. En la concentración no se cumplieron las medidas de prevención necesarias para minimizar el riesgo de contagio. ¿A cuántos se ha multado en esa concentración? Los que se manifestaron en el Raval se llevaron multas de hasta 10.000 euros. ¿Y los de ayer?

Qué lástima ver como nosotros mismos, ciudadanos de Barcelona, somos incapaces de poner el sentido común por delante de nuestras manías personales o colectivas. Casi un año después parece que hay muchos que todavía no han entendido a qué nos enfrentamos. El ser humano se extinguirá de estupidez.