El día de Sant Jordi es, como gusta decir a los políticos con jerga de directores de marketing, “una jornada de éxito”. Pero también se puede morir de éxito. O, en este caso, desaparecer. Es lo que sucede a los escritores de oficio, a los currantes de la escritura que están todo el año juntando palabras con paciencia de orfebre e ingresos de autónomo puteado. Cuando llegan los Reyes Magos de la lectura, el 23 de abril, un día al año, uno entre 365, en que por fin se les va a hacer caso, se van a poner las paradas de libros en la calle, incluso se permite un descuento y los medios de comunicación deciden que es más importante una novela que el dato de la bolsa de Wall Street… va y llega el batallón de cocineros, youtubers, presentadores de televisión, tertulianos vivales, elaboradores de muffins o exprimidores de zumos de colores y en su ruidosa termomix los escritores quedan triturados. Y nada que objetar a oficios tan dignos como el de cocinero de fusión, youtuber o incluso tertuliano (ya Valle-Inclán hablaba de los que se ganan la vida con el sudor de su lengua). Pero para una vez al año que se les iba a hacer caso a poetas despistados, narradores medio pensionistas, ensayistas febriles y demás muertos de hambre literaria, pues el ruido estruendoso de Sant Jordi es de tantos decibelios que los apaga.

Modestamente, la revista Librújula en la que remo, se planteó hace ya dos años abrir un espacio para que los escritores literarios, los de oficio, los que están todo el año tocando el piano de teclas con mejor o peor fortuna pero con vocación y esfuerzo, tuvieran una pequeña ventana a la que asomarse en medio de la jarana de Vaquerizos, Franks de la jungla y otras faunas menos simpáticas. El año pasado, la jornada Sant Jordi D’autor reunió la víspera del Día del Libro en conversación a Jesús Carrasco con Jordi Nopca, la charla entre Antonio Lozano y Javier Cercas, y un encuentro con el súper capo de Penguin Random House Internacional, Markus Dohle.

Este año hay una novedad y es incluso para bien. El Ayuntamiento de Barcelona, a través de su oficina Barcelona Ciutat de la Cultura, junto a Biblioteques de Barcelona, va a estrenar este próximo jueves 20 de abril las jornadas Diàlegs de Sant Jordi, a la que se incorpora la sesión de Librújula y el ya tradicional Pregó de Sant Jordi protagonizado por un autor/a de primer nivel. Las jornadas reunirán a un autor internacional con uno local, moderados por profesionales de la comunicación cultural.

Inaugura el jueves los actos el Pregó de la lectura, a cargo de Yasmina Reza, en conversación con el director teatral Xavier Albertí. Reza es una de las grandes dramaturgas contemporáneas y una mujer con una personalidad arrolladora. No deja indiferente. 20/04 18:00 h. Saló de Cent

Se completa la primera jornada con el tándem Teju Cole-Enrique Vila-Matas, con moderación de Jordi Nopca. Interesantísimo, tres marcianos literarios de lo más entrañables. 20/04 20:00 h. CCCB

El viernes es el turno de Petros Markaris y Francesc Serés, con moderación de Antonio Lozano. Atentos a la faceta comprometida de Markaris y de Serés, que promete un debate de honduras. Serés, de lo mejorcito que tenemos en casa. 21/04 17:00 h. Disseny Hub Barcelona

Y el mismo día Lionel Shriver mano a mano con Empar Moliner y moderando (o inmoderando) la periodista y escritora Laura Fernández. Tres mujeres que si montaran un partido político yo las votaría. 21/04 19:00 h.

Cierra estos Diàlegs d’autor el recitado de versos de Carlos Zanón, que como no pudo hacerse músico se hizo poeta. Y, a continuación, la charla entre los emergentes (y algo más) Max Besora y Sara Mesa, moderada por un servidor. 22/04 18:00 h. Mobile World Centre.

Como clausura, se celebrará una fiesta literaria abierta a todo el mundo en la explanada delante del Born bautizada como Nit del Drac, donde se rendirá homenaje a escritores de los que se celebran aniversarios con hora y media de música y letras. 22/04 21:00 h. Plaça Comercial del Born

Una buena noticia que el 23 de abril los escritores vuelvan a recuperar algo del terreno perdido y el Sant Jordi literario venza al dragón del éxito comercial. O al menos, nos conformamos con que no sea devorado por él.