Del Hospital Universitario del Sagrat Cor no puedo hablar mal. Hace seis años me salvaron la vida tras un achaque que estuvo a punto de enviarme al otro barrio. Médicos y enfermeras me atendieron muy bien, en lo profesional y en lo personal, y superé la prueba. Estos años acudo religiosamente a mi obligada peregrinación al centro de la calle París, o Londres, depende de la ITV que tenga que superar. El trato médico brillante, sin más calificativos. No hacen falta.

En estos días de crisis, de pandemia, de locura colectiva, el Sagrat Cor ha estado a la altura. Aquellos que lo menospreciaron y lo criticaron, ahora se dan cuenta que el hospital tiene un papel fundamental en el entramado asistencial de la ciudad. Más de 300 contagiados son atendidos en esta primera línea del frente, descongestionando al vecino Clínico que está hasta los topes.

El Sagrat Cor, junto a su hermano del grupo Quirón, se pusieron a disposición de la Conselleria de Salut, incluso antes de que fuera de obligatorio cumplimiento el Real Decreto de Alarma. Junto a los dos hospitales del grupo sanitario de carácter público-privado, también lo hicieron el resto de centros hospitalarios totalmente privados. Sus responsables se dieron cuenta que la crisis no era una cuestión baladí y llevaban días preparándose. Al ponerse al lado de la Consellería, las autoridades sanitarias respiraron. La prueba la tenemos en que el General de Catalunya se ha convertido en la respiración asistida del Hospital de Igualada, el epicentro de la pandemia en Cataluña.

Este grupo hospitalario ha conseguido en estos días habilitar parte de sus instalaciones con más camas, conseguidas gracias a la colaboración del Gremi d’Hotels de Barcelona, y ha tenido ocurrencias que pueden parecer una broma pero que ponen a la imaginación al nivel de los atrevidos. Del Sagrat Cor sale la idea de utilizar chubasqueros para evitar la falta de material de protección al realizar las tareas de higiene de los enfermos de coronavirus que son de usar y tirar. Los chubasqueros se pueden lavar y llegaron gracias a una donación de Port Aventura. ¡Quién nos lo iba a decir hace unas semanas! Del Sagrat Cor también es una de las primeras pacientes catalanas que fue extubada y salió de la UCI y que ahora se recupera en sus instalaciones junto a un par de cientos de pacientes con coronavirus que están siendo atendidos en sus instalaciones.

Aquellos gurúes que alertaban de los peligros de la sanidad privada, aquellos que querían poco menos que “nacionalizarla” -el peor conseller de Salut de la historia catalana, un tal Toni Comín, y la propia alcaldesa de Barcelona- tendrían que hacer una reflexión en serio sobre la situación. La sanidad es un todo, que su gestión sea privada o pública no es el problema. La cuestión que se debe resolver es que sea eficiente y esté al servicio de la sociedad. El Sagrat Cor, el General de Cataluña y el resto del grupo sanitario Quirón, han estado a la altura en los momentos chungos. Espero que las autoridades municipales y autonómicas también estén a la altura cuando la plaga se supere. La alianza público-privada está siendo el motor para salir adelante. Esperemos que luego alguien no quiera gripar ese motor.