En pleno revuelo aeroportuario, con la cuestión del aeropuerto de Barcelona, sería de interés formular una reflexión sobre el papel que los aeropuertos de Girona y Reus pueden jugar. Parece claro que se ha abierto en la sociedad catalana y en sus instituciones un debate en el que falta definir qué aeropuerto queremos y podemos tener a fin de dar respuesta a las diferentes sensibilidades de nuestra sociedad. Según mi criterio es lo primero que deberíamos tener claro. El propio gestor aeroportuario emplaza a la Generalitat a concretar una alternativa a su propuesta.

Es objetivamente reconocido que en 2019 se estuvo cerca de la capacidad de la infraestructura y, por tanto, parece razonable pensar en medidas que la incrementen a menos que se decida no hacer nada, lo que significaría hacer permanente la situación del 2019 con retrasos, cancelaciones y baja calidad del servicio. Es una opción.

Si decidimos mejorar la capacidad disponemos de dos herramientas: utilizar los aeropuertos de Girona y Reus y/o mejorar el rendimiento operacional de las posibles configuraciones de pista, es decir la forma de operar los aviones cuando aterrizan y despegan.

La utilización de Girona y Reus es una buena opción para optimizar la capacidad del aeropuerto de Barcelona si son capaces de atraer compañías que actualmente operan en Barcelona y no aportan valor añadido en la creación de conexiones de largo recorrido. Se trata de potenciar el producto aeroportuario actual, flexible, sencillo, diferente al del aeropuerto de Barcelona y más barato a través de las tasas, incentivos comerciales y apoyos de marketing.

Ante ciertas opiniones, conviene decir, que no tendría ningún sentido que compañías estratégicas para Barcelona como Vueling u otras, trasladen parte de su operación a Girona o Reus. En el sector aeroportuario, si se habla de forma rigurosa, nadie piensa en la posibilidad de utilizar Girona o Reus para alimentar las posibles conexiones de largo recorrido del aeropuerto de Barcelona. Por tanto, la utilización de Girona o Reus es una opción necesaria, que ya se tendría que estar trabajando, pero no es suficiente para atraer, para disponer de vuelos de largo recorrido.

Para conseguir este reto y optimizar la capacidad de Barcelona también tendríamos que mejorar la operación aeroportuaria del aeropuerto donde hay dos alternativas: optimización de la configuración actual de pistas segregadas o utilizar la configuración de pistas independientes tal como se aprobó en la Declaración de Impacto Ambiental en 2002.

El gestor aeroportuario propuso la optimización de la configuración actual que mejora la afectación del ruido en las poblaciones vecinas e impacta en una parte del entorno de la Ricarda. Otros opinan no tocar el entorno de la ZEPA y no mejorar la afectación del ruido. Evidentemente, la respuesta fácil es no hacer nada. Antes de esta decisión, sería bueno reflexionar y pensar una solución que nos permita disponer de una buena conectividad con el mundo. Soy de los que piensa que el reto no es fácil pero que es importante intentarlo a través del Plan Director minimizando la afectación medioambiental que permita el aval de la Comisión Europea.

La disponibilidad de Girona y Reus es un gran activo del sistema aeroportuario catalán que sin duda es el mejor del estado español. Los dos aeropuertos tienen un claro posicionamiento compartido por las instituciones políticas y económicas del territorio al que dan apoyo para dar respuesta a su importante oferta turística, ser aeropuertos receptores y emisores de tráfico, disponer de un producto diversificado, flexible, medioambientalmente sostenible y con una clara función de complementariedad con el aeropuerto de Barcelona, principalmente, pero no exclusivamente, el aeropuerto de Girona.

Hace 10 años que las instituciones de Girona y el aeropuerto apostaron por este posicionamiento estratégico dada su importante área de influencia que sobrepasa la provincia y llega al Vallès, el Maresme, el Barcelonès y la importante área del sudeste de Francia. Ésta importante área de influencia y su ubicación geográfica más próxima a Europa y a Barcelona permite que se defina como el segundo aeropuerto de Cataluña y el primero del sudeste de Francia.

Los aeropuertos de Girona y Reus están preparados para el inicio de una nueva etapa en la que, a partir de la mejora de su infraestructura, accesibilidad con la ciudad de Barcelona y nuevas estrategias de gestión den respuesta a esta complementariedad con el aeropuerto de Barcelona.

Tenemos, por tanto, las herramientas y la posibilidad de optimizar la oferta aeroportuaria, que requiere posicionamientos claros y consenso entre las Administraciones responsables sobre la estrategia que seguir. El escenario actual no es nuevo, ya tuvimos uno parecido para decidir la última ampliación en la que el inicio del acuerdo fue una Declaración conjunta por la dificultad de firmar un acuerdo por algunas de las Administraciones dadas las reservas sobre contrapartidas territoriales y medioambientales, curiosamente entre los ayuntamientos de Barcelona y el Prat. Hablamos de junio del 1998...

No será fácil, pero el reto merece intentarlo.