En la primera mitad de los años 90, Bigas Luna retrató con maestría algunos de los tópicos y de los símbolos de nuestra cultura española y mediterránea en la llamada trilogía ibérica formada por “Jamón, jamón”, “Huevos de oro”, y “La teta y la luna”. Más tarde esta trilogía sería plasmada en un libro llamado Retratos ibéricos y en la cronología musical y pasional a través del compositor Nicola Piovani.

Uno de los aspectos comunes de esta trilogía son los símbolos. España es un país de símbolos, desde la tortilla de patatas, la paella, el porrón, el jamón, la máquina tragaperras o el toro de Osborne. Bigas solía decir que la mejor representación simbólica de España era una aceituna pinchada en un palillo. Los españoles nos caracterizamos por ser muy pasionales, pasando de la risa al drama en un instante, y el tratamiento de nuestros símbolos se realiza desde un punto de vista pasional. Bigas diría que eso era por culpa del aceite de oliva y el ajo.

Por ello, en política también pasamos mucho tiempo discutiendo y debatiendo sobre los símbolos, son de vital importancia y significado. De forma progresiva, durante décadas, hemos visto como en Cataluña iban despareciendo todos aquellos que se podían relacionar con España, expulsándolos de nuestra vida cotidiana.

En el fondo la desaparición de estos símbolos representan la desaparición de España en Cataluña, simbólicamente, administrativamente y en la vida diaria, con la sumisión durante muchos años de los gobiernos de España, tanto del PSOE como del PP, y con la rendición de los mismos en Cataluña. Todos han permitido la expulsión progresiva de España en Cataluña.

Primero fue la ofensiva contra el toro de Osborne, convertido en un símbolo de España superando a la marca que lo representa, por ello los independentistas pusieron tanto empeño en derribarlo hasta conseguirlo. Bigas decía que la única parte de un toro de Osborne que quedaba en Cataluña la tenía él, eran los cojones del toro de Candasnos en Los Monegros utilizado en “Jamón, jamón” y que guardaba en la entrada de su casa.

Después vino la prohibición de los toros de carne y hueso, con el consentimiento del PSC de Montilla en el Parlament. No se dieron cuenta de que no se trataba de una cuestión de defensa de los derechos de los animales, era una cuestión política y de libertades. Bigas decía que “cuando uno dice más de tres veces al día ¡Qué barbaridad!, es que se está haciendo mayor. Cuando apoya prohibir algo, es que ha entrado ya en la tercera edad”.

La lengua también es un símbolo, en muchos ayuntamientos de Cataluña, incluido el de Barcelona, no podemos utilizar el castellano con la normalidad que sería deseable. La realidad es que nos traducen las intervenciones que realizamos en este idioma, incluso desde los distritos nos piden que registremos las iniciativas en catalán, si es posible. La realidad es que tampoco el ciudadano puede dirigirse con total normalidad en castellano frente a la administración. Es otro elemento, muy importante, de esta progresiva expulsión de España y sus símbolos en Cataluña.

Desde hace años los independentistas han puesto su punto de mira en los símbolos monárquicos, con el apoyo explícito o implícito de los Comunes o del PSC. La bandera de España o el retrato del Rey y Jefe del Estado en los salones de pleno es una cuestión simbólica, pero no menor.

Algunos han comprado el marco de los independentistas bajo un supuesto mantra republicano, como Colau, la realidad es que esta batalla es una más de esta progresiva expulsión de España en Cataluña.

En Barcelona hemos tenido que vivir varios años esta circunstancia, hasta que el Tribunal Supremo ha obligado a Colau y PSC a cumplir con la ley, aunque sea con un retrato especialmente pequeño. Bochornoso espectáculo el del último pleno con Colau montando un espectáculo y Collboni queriendo pasar página, terminando con la primera haciendo callar al segundo.

En Ciutadans llevamos desde nuestros orígenes denunciando estos temas, que se concentran en uno solo, la defensa de los símbolos de España en Cataluña. El PSC y el PP renunciaron a ello hace tiempo, concretamente, desde que pactaban con el Pujolismo a cambio de mantener el Gobierno de España, cediendo cada vez más competencias y símbolos.

Puede parecer un debate menor, pero si no nos enfrentamos a ello, finalmente la presencia de España en Cataluña será inexistente y habremos perdido esta batalla. Por ello, es tan incómoda nuestra presencia en las instituciones y despierta resquemor entre las filas independentistas, pero también entre los Comunes y el PSC. Menos Ciutadans en las instituciones significa menos España en las mismas.

Los indultos a los golpistas catalanes concedidos por el PSOE también representan una forma de menoscabar la autoridad y la presencia de España en Cataluña, por ello, en Ciutadans nos hemos opuesto desde el primer momento.

El problema de los símbolos y de la pasión que sentimos cada uno por ellos se resume en la falta de libertad que existe en Cataluña para sentirse de una determinada forma.

Bigas ante la pregunta de si se consideraba más catalán que español o más español que catalán contestaba lo siguiente: "Soy profundamente español y profundamente catalán”.

Muchos nos sentimos así y precisamente somos a los que se nos quiere expulsar de Cataluña, eliminando nuestros símbolos identificativos. No lo vamos a consentir.