Desolada y silenciosa, así vemos hoy la Rambla de Barcelona. Las tantas veces proclamada como corazón de Barcelona por su dinamismo vital, y por la idiosincrasia de sus visitantes y paseantes, languidece abocada a tener un electroencefalograma plano. La Rambla nos pide ayuda porque está ingresada en cuidados intensivos. Una hospitalización que necesita de forma urgente sacarla de semejante letargo, para volver a tener una Rambla como nunca se tendría que haber perdido.

Varias voces se alzan para recuperar esta calle, la más emblemática de nuestra ciudad.  Desde comerciantes, agrupaciones, floristerías, artistas, diseñadores, arquitectos, un sinfín de ciudadanos a quienes les duele ver como una de las principales calles sucumbe al abandono. Un futuro con tinieblas e impreciso que ha llevado, de la mano del expresidente de la entidad Amics de La Rambla Enric Pantaleoni con la colaboración del Liceu, y de conocidos artistas, chefs y arquitectos, etc., a la colocación de un marcador en el balcón de uno de los edificios de esta calle. Un marcador que diariamente señala los días que desde aquella primavera de 2016, el ayuntamiento aprobó un proyecto de remodelación redactado por la arquitecta Iziar González y que todavía ni han empezado las obras. Un Plan Especial de Ordenación de La Rambla que establecía un nuevo impulso a la dejadez de lo que había sido una de las imágenes más apreciadas y valoradas de todos los ciudadanos. No hace falta recordar los festejos deportivos que se celebraban en la fuente de Canaletas con las victorias deportivas. Como los grandes acontecimientos que se hacían en el Liceu, uno de los teatros de ópera más importantes del mundo. O el mismísimo mercado de la Boqueria, uno de los mejores mercados del mundo, con sus paradas llenas de color, cual pintura impresionista, ofreciendo unos productos distinguidos por su calidad. También la Universidad y el Centro de Arte Santa Mónica, han contribuido a darle un esplendor como lugar de encuentro ciudadano y de turistas. Sin olvidar los quioscos, tan entredichos en la actualidad, así como las terrazas de los bares. Un conjunto muy atractivo que hacían de este enclave las delicias de sus paseantes. Era imposible visitar Barcelona sin ir a dar un paseo por La Rambla.

El futuro de La Rambla pasa por encontrar una solución a la problemática actual. La falta de mantenimiento de sus aceras, de los quioscos, etc. ha sumido a la calle en una dejadez lamentable. El proyecto de reforma cada día se hace más necesario, la campaña de recogida de firmas bajo el slogan La Rambla no puede esperar así lo demuestra. La remodelación prometida desde 2016 no se ha realizado pese a que las obras tenían que empezar en el año 2019. Nada de lo acordado se ha hecho, por eso la colocación del marcador situado en uno de sus balcones que lamentablemente, con más de 1.600 días de espera, nos lo está diciendo de forma implacable. Un proyecto con un presupuesto de unos 60 millones de euros aparcado en un cajón y que no tiene ápices de que se active a corto plazo.

Pero sin embargo, esta transformación tan necesaria no tan solo tendría que ser únicamente urbanística, la Rambla precisa de un nuevo modelo que le permita ser sostenible a lo largo de los años, porque basarse como hasta ahora, en la masificación turística, nos ha demostrado que tiene sus riesgos, además de que desvirtúa en cierta medida lo que siempre ha sido: La Rambla de Barcelona. Por otra parte, La Rambla también necesita de un proceso de reconversión, para que el comercio vaya dirigido hacia el público ciudadano, y no exclusivamente como destino turístico plagado de tiendas de souvenirs, y que gracias a Dios, estas últimas ya no venden aquellos enormes sombreros mejicanos. En consecuencia, si queremos potenciar La Rambla, habrá que establecer los mecanismos necesarios para impulsar sus comercios y actividades, fortaleciendo este enclave icónico de nuestra ciudad. Por tal motivo se va a hacer imprescindible que la Administración y el Ayuntamiento impulsen una campaña que promocione esta arteria como una infraestructura comercial y cultural, porque a fin de cuentas, va a ser lo que va a dar vida a La Rambla.

Además vista la situación en la que se encuentra en la actualidad, el Ayuntamiento tiene la responsabilidad de poner a cero este marcador. Un marcador que desgraciadamente nos indica de forma inexorable los días de retraso acumulados en la ejecución de la nueva reforma. Porque es obvio que la imagen que tiene nuestra querida Rambla, definitivamente será la imagen que daremos de Barcelona.