Aunque la noticia no ha cundido todo lo necesario en los medios de comunicación, hace pocos días que Metropoli Abierta anunciaba que acababa de nacer una nueva plataforma cívica llamada “Barcelona Distrito Federal (BCF)”. Se dijo entonces que los abogados José María Cardellach y Ramon García Bragado, el profesor José Enrique Ruiz-Doménec y la empresaria Marta Roger presentaron en sociedad esta nueva asociación de ciudadanos que respira aires de política centrista.

A mí me parece que los ponentes hablaron con la boca un poco pequeña, y que esto no ayuda a darse a conocer en los medios. En primera fila había señaladas asistencias que daban más pistas sobre el espíritu de esta nueva iniciativa: Antoni Fernández Teixidó, Joan Hortalà, Jordi Casas, Montserrat Nebrera o Daniel Sirera. Los conozco: si hablaron poco es porque quieren entrar lentamente en un panorama (municipal) en el que todas y todos intentan conquistar el centro del espectro político. Pero no es tan fácil.

Primero, es sabido que el president Jordi Pujol desmontó la Corporación Metropolitana de Barcelona en 1987 al considerarla un contrapoder de los ayuntamientos socialistas. Menos gente sabe que en 1991 el presidente ruso Yeltsin abordó un proceso de regionalización (al estilo de esta BCN-DF) que pudiera legitimar democráticamente una nueva Rusia post-soviética; y que Putin, con la excusa de globalizar Rusia, ha vuelto a centralizar el poder. Moscú, San Petersburgo y Sevastopol (parte de Ucrania, ocupada por Rusia) son tres ciudades federales, pero el Estado central las controla. Hay un contrapeso de poderes entre la Barcelona municipal y la Barcelona capital autonómica. Barcelona, si se re-metropoliza, podría mejorar su deteriorada marca y mejorar unos servicios que Ada Colau sigue hundiendo. Pero esto es alta política.

Segundo: hay que aclarar un mensaje importante. Los distritos federales son típicos de repúblicas federales. Aquí puede que falle el lenguaje de BCN-DF porque son los secesionistas de Catalunya los que abogan por una república catalana, y no los representantes de esta nueva plataforma cívica. Son los socialistas de España los que defienden una reforma de la constitución en términos de federalizar España para resolver la cuestión del Procés, y no BCN-DF. Y fue precisamente el ayuntamiento de Torredembarra quien sustituyó el retrato del rey por un sello de correos en 2015, tras aprobar una moción de la CUP. Entonces, habrá que explicar mejor el mensaje.

Por último. Me resulta curioso que Manuel Gómez Acosta, redactor de la sección de Pensamiento del diario digital Crónica Global, escribiera -cuatro días antes de la presentación pública de BCN-DF- que “Esta Barcelona que llamaremos Barcelona Distrito Federal debe ser sin duda dique de contención al secesionismo más rancio”, sin referirse a ninguna nueva plataforma. ¿Por qué Gómez Acosta sabía tanto sobre BCN-DF sin que aparentemente se hubiera publicitado? ¿Fue una filtración…? Cardellach dijo que BCN-DF se definía como una “célula de reflexión sobre el presente y el futuro de Barcelona”. Pero entonces, hay que profesionalizarse.