Pienso en los trabajadores de una empresa de demoscopia y me dan penita. Diré por qué. Porque justo cuando ya lo tienen todo a punto para la próxima campaña electoral, va y sale el señor Errejón diciendo que, como la hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales, él también se presenta a las elecciones con un partido que será Más País. ¡Allá van, por el desagüe, todas las previsiones demoscópicas! Luego vendrán la Sentencia (así, con mayúsculas), lo que pueda pasar con el Brexit, los malos resultados del Barça y lo que pueda caer, que no será poco. Imagino al demoscópico currante hasta las orejas de trankimazin, que es marca registrada, y encomendándose a San Isidoro de Sevilla, patrón de los estadísticos.

«¡Cómo eres, Luis! Mejor así, que será más divertido. Si no, será lo de siempre, y muy aburrido», me soltó el otro día una amiga metida en el ajo. Arqueé una ceja como toda respuesta, algo que me hace parecer más interesante, y ahí quedó todo. Al irme a la cama todavía tenía esa frase dándome vueltas en la cabeza. Porque, caramba, es verdad que nos espera una montaña rusa de aquí al 10 de noviembre.

El procesismo sacará dos millones de votos, fijo. Creo que es lo único que todo el mundo tiene claro. Un poco por encima, un poco por debajo, pero dos millones de catalanes votarán lo que les digan, aunque sea un botijo a diputado. La cuestión será cómo van a repartirse esos dos millones entre ERC y eso otro que un día fue CiU, a cara de perro, mientras personajes tan singulares como Fachín, Cotarelo, Graupera o Talegón se alimentan de los restos. Qué pesados se van a poner entre el esperpento, la cursilería y la extrema derecha, con el aderezo de la Sentencia, el aniversario del uno a cero y el señor Sobrequés pontificando sobre la violencia justo cuando pillan a unos idiotas mezclando sustancias explosivas, pero mezclándolas de buen rollo, ¿eh?

Mientras tanto, nuestra izquierda es un sistema de ecuaciones no lineales con demasiadas incógnitas. Imagino a los muchachos del PSC intentando que no pase nada irreparable en el Ayuntamiento de Barcelona cuando a Colau & Co. le dé por lamentarse en voz alta por la Sentencia, etcétera, porque a nuestra señora alcaldesa le puede lo cursi y en el trance no atiende a razones. También los imagino intentando explicar por qué no se fían de Unidas Podemos, aunque salta a la vista. No lo tendrán fácil.

Luego veremos si repite el señor Asens, que es más procesista que la ofrenda al bolardo equivocado. En las últimas elecciones, el señor Asens perdió doscientos mil votos, pero este verano le ha surgido efecto el crecepelo; una cosa va por la otra. Como los errejonistas se la tienen jurada y Asens es de Iglesias, ya tenemos el lío montado.

El PP, no sé. Dicen que se refuerza. Ciudadanos merecerá una mención aparte. Pocas veces se ha visto con tanta claridad qué hacer para pegarse un tiro en el pie con la propia pistola de uno. Hace unos años, podría haber ocupado el centro político y hacer como esos partidos liberales europeos que hoy dan el gobierno a una izquierda y mañana, a una derecha. Pero no. Hoy compite por ver quién es más de derechas, si tú o yo. Ha enloquecido, y se va a notar en las urnas, me parece a mí. Es de las pocas cosas en las que también coinciden los demoscopistas.

Pero nada puede predecirse con seguridad, ésa es la conclusión final y no otra. Tan posible será que todo cambie como que todo quede igual que ahora. En cualquier caso, que el resultado nos pille confesados.