Que tenemos un problema de contaminación en las grandes urbes es un hecho. Los niveles de contaminación son preocupantes y el coche es uno de sus culpables. Sin lugar a dudas, pero ¿es el urbanismo táctico la solución? Permítanme que lo dude. Solo hace falta ir en coche en la ciudad. Atascos kilométricos en vías tan complejas como la vía Laietana, el paseo de la Zona Franca, la calle València o Consell de Cent, y no digamos la avenida Meridiana, por citar solo algunos ejemplos.

Son vías de entrada y salida de la ciudad. Es decir, calles con mucho tráfico. En su lucha sistemática contra el coche, Colau ha decidido bloquearlas con su urbanismo táctico, sin tener en cuenta que miles de ciudadanos entran en Barcelona para trabajar y miles de barceloneses salen de la ciudad por la misma razón. Se nos apunta que hemos de coger el transporte público, lo que parece una broma. Un viaje de 40 minutos en coche se convierte en un trayecto de más de hora y media en transporte público y eso si funciona sin retrasos, amén de las aglomeraciones.

Además, el bloqueo de las calles aumenta la contaminación porque las retenciones al reducir los carriles de circulación unidos al sospechoso funcionamiento de los semáforos provocan mayor contaminación porque los coches parados también emiten CO2. Y están parados mucho más tiempo que antes.

Ahora la concejal Janet Sanz saca a colación el pago por entrar en la ciudad. Gran medida si realmente hubiera parkings disuasorios y el transporte funcionara. Y gran medida después de ser suprimidos los peajes. La alegría en la casa del pobre dura poco. El problema es que lo primero es un oxímoron y lo segundo tiene mucho que mejorar. Además, si la gran avenida de vehículos es por motivos laborales, hay que aplaudir el izquierdismo pijo progre de la señora Sanz, porque los más afectados serán los trabajadores, que además han tenido que cambiarse de coche para que la Zona de Bajas Emisiones no les impida la movilidad. Eso sí, sin ningún tipo de ayudas. Ahora, Sanz lo que nos dice es que debes cambiarte el coche y además pagar para entrar en la ciudad. Una gran noticia para todos aquellos ciudadanos del Baix Llobregat, Maresme o Vallès Occidental y Oriental que cada día tienen que armarse de valor para cumplir sus obligaciones laborales.

El izquierdismo pijo progre tiene estas cosas. Que el coste lo asuman los ciudadanos de a pie, mientras que el puerto de la ciudad es un gran foco de contaminación y no se sabe muy bien como lo afronta el consistorio. Coger el transporte público, por desgracia, no es una opción, hoy por hoy. ¿Por qué? Porque después de horas trabajando, el viaje a Sabadell, Castelldefels, Terrassa, Martorell, Granollers o Mollet se convierte en una tortura en tiempo. Pensar que Barcelona es una ciudad cerrada es una apología de la memez.

A este escenario lamentable, únanle una ciudad trufada de obras, algunas perfectamente prescindibles como la de la avenida Meridiana. Más atascos, más complicaciones de tráfico para disfrutar de unas superficies duras intransitables en verano por el calor y en invierno por el frío. Creo, sinceramente, que estamos construyendo la casa por el tejado porque mejorar la infraestructura del área metropolitana requiere un mayor esfuerzo presupuestario y antes de empezar a poner palos en las ruedas, nunca mejor dicho, se debería configurar un sistema que diera soluciones a los barceloneses metropolitanos. En eso no piensan los pijos progres que han fijado su guerra contra el coche sin pensar que en el coche van personas. Se han creído que con sus medidas de bloqueo la gente no va a coger sus vehículos para desplazarse. Lo hacen porque no hacerlo les hipoteca un mínimo de dos horas diarias. Algo que muchos no se lo pueden permitir y la ciudad tampoco porque el tráfico ahora es más contaminante que antes. No lo duden.