Estos días hemos visto como desafortunadamente se derribaba la Casa o Palauet Jover. Una residencia construida en el año 1920 por la familia Jover, situada en la plaza Adriano de nuestra ciudad. Un edificio que constaba de planta baja, un piso y un altillo, ubicado en un entorno urbanísticamente olvidado, y que desde hace años reclama una reforma de la plaza para reordenar este pequeño espacio verde en el que conviven una escultura en forma de cubo en homenaje al político Carrasco y Formiguera, con una fuente y un estanque que precisa de rehabilitación. Un conjunto disperso que necesita una actuación que sin lugar a dudas los vecinos agradecerán y que, lógicamente, conllevará al mismo tiempo revitalizar comercialmente esta plaza. Pero por si fuera poco, esta casa situada en este enclave, y que era uno de los pocos rastros que quedaban de los últimos edificios residenciales de la burguesía catalana de principios del siglo pasado, ha sucumbido por desgracia a la picota.

Los herederos de la familia Jover propietarios de esta finca, han llevado a término el derribo de la antigua casa para construir un edificio de cinco plantas. Un proyecto amparado por una licencia de obras concedida por el Ayuntamiento, y que sorprendentemente se ha concedido porque la finca no estaba patrimonialmente catalogada, con lo cual no existía la obligación ni de conservar la construcción, ni de mantener ningún elemento o detalle ornamental de la casa. El edificio derruido era de corte neoclásico, y estaba presidido en el primer piso por un frontón calado y con varios detalles en su fachada de estilo clásico. Un conjunto que era proporcionado y armonioso.

El derribo ha provocado un gran malestar entre los vecinos y la ciudadanía, que veían como un edificio de más de 100 años de antigüedad y que formaba parte de la memoria histórica del barrio, desaparecía con el beneplácito del Ayuntamiento. Unos vecinos que, para impedirlo, han echado mano de diferentes recursos, obteniendo el soporte de la entidad SOS monumentos, así como con la búsqueda de firmas en la plataforma Change.org, y la organización STOP derribo palacete Plaza Adriano, conservemos el patrimonio. Todo ello ha resultado inútil y donde estaba la antigua casa existe hoy lamentablemente un solar vacío. El antiguo palacete permanecerá en la memoria de aquellos que día a día transitaban por la plaza y que en su lugar en un futuro verán aparecer un bloque de pisos.

Esta plaza debe su nombre al emperador Adriano. Un emperador que curiosamente se caracterizó porque durante su reinado, el imperio romano alcanzo la mayor expansión territorial de su historia. Una estrategia de este emperador, que se logró gracias al crecimiento y desarrollo de la cultura romana así como, y no menos importante, al atesoramiento y potenciación de su patrimonio arquitectónico. Una anécdota ciertamente llamativa en estos momentos.

La realidad es que el equipo municipal ha tenido muy poca sensibilidad, miopía o poco interés en referencia al patrimonio arquitectónico sobre el cual tiene la responsabilidad de velar, porque en definitiva el catálogo en el que se encuentran los edificios a conservar y proteger tendría que ser un documento vivo, abierto en todo momento a su revisión y consecuentemente a tenerlo actualizado de forma periódica. Para ello se haría necesario establecer un mecanismo de observación y de registro que permitiera la renovación de este catálogo día a día, y de esta forma se pudieran ir incorporando todos aquellos edificios que aún estando fuera de protección, constituyen una parte de la historia patrimonial de nuestra ciudad. Un patrimonio que si no se revisa y actualiza de forma constante corre el riesgo de desaparecer de forma irreparable.