Nos estamos acostumbrando a que los medios indepes hablen de la camorra de la ciudad como si fueran los adalides de la libertad. Incluso el president Torra les pide que aprieten. Supongo que el cinturón, no vayan a perder los pantalones. 

Y no es bueno acostumbrarse a esto porque no son antifascistas. Son gamberros, unos con más mala folla que otros. Chavales a los que les das una cerveza y un motivo y te montan el pollo donde sea. Ayer era en Canaletes, otro día fue en Can Vies, hoy al lado de cualquier mani no indepe y mañana será en casa del juez de turno. 

Es el perro de presa del independentismo, y últimamente lo está sacando a pasear con demasiada frecuencia. En lo que va de curso han estado tocando los huevos a porfía, y como siempre, pagamos el pato en Barcelona.

El 9S estaban en el Paralelo intentando provocar a quienes tranquilamente iban al Paseo de María Cristina con sus familias y sus banderas de España. 

El 16S jodieron la marrana en Via Laietana a los de Hablamos Español que tenían previsto acabar su manifestación en la Plaza de Sant Jaume.

El 29S no se tomaron la pastilla y pululaban por el centro de Barcelona descontrolados y con ganas de sangre. 

Y el 3 de octubre también tuvieron que ir a molestar a los jóvenes de Artós que habían convocado un pasacalle festivo.

Y encima se quejan cuando la policía reparte algún caramelo. Llamadme salvaje, pero me parece lo mínimo cuando tienes enfrente a un grupo con ganas de sangre y a otro que se convertirá en donante involuntario. 

No es bueno tanto odio. No estaría de más que algún irresponsable con butaca en el Parlament gestionara todo eso un poco mejor, porque al final, de tanto apretar -y hacen bien en apretar- les van a sacar los ojos.