Nunca mejor dicho que los árboles tienen que dejar ver el bosque, qué duda cabe que propuestas como la de implantar el Museo del Hermitage en Barcelona no tendrían que ser desechadas sin valorar todas las facetas que un proyecto de esta envergadura tiene para nuestra ciudad. Porque después de varios años de negociación entre el Museo de San Petersburgo y nuestros actuales responsables municipales, no han llegado a ningún acuerdo. Un proyecto avalado por el prestigioso arquitecto Toyo Ito galardonado con el premio Pritzker el año 2013, que diseña un edificio de 16.500 m2 y una inversión de 52 millones de euros.

El edificio que se proponía construir en la bocana del puerto de Barcelona, representaba una contribución más a potenciar el sistema cultural y museístico barcelonés. El Hermitage es uno de los museos más importantes del mundo, con interés en abrir una sucursal en nuestra ciudad. Una oportunidad única para admirar muchas de las obras de arte que podían estar cedidas por el Museo Ruso en los próximos 50 años, tiempo establecido en la concesión que se otorgaba al museo de Barcelona.

Con ironía la Teniente de Alcalde de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, Janet Sanz, nos adelantaba que los proyectos deben adaptarse a la ciudad, y no la ciudad a los proyectos. Una aseveración de la responsable de urbanismo que es de cajón, dado que cualquier proyecto de similares características lógicamente tiene que incorporarse en el circuito museístico de nuestra ciudad y adaptarse como es lógico, al planeamiento vigente. Solo faltaría. El ayuntamiento solicitó al respecto cuatro informes sobre la idoneidad del proyecto. Informes que, parece ser, cuestionaban las dificultades que podrían llegar a tener la ubicación prevista. Es decir en el puerto de Barcelona.

 La ciudad dispone de diferentes espacios donde poder implantar un equipamiento cultural de estas características. Al respecto surgieron diferentes propuestas como son el Parque de la Barceloneta, los terrenos de la antigua Gas Natural, las Tres Chimeneas en Sant Adrià o el final de la Rambla Prim en el Fórum. Sin embargo se obvió un emplazamiento que bajo mi punto de vista parece como más apropiado: el parque de la montaña de Montjuïc.

Un parque en el que está el MNAC (Museo Nacional de Catalunya), ubicado en el antiguo Palacio Nacional, con cerca de 900.000 visitantes al año. En donde se ubica también la Fundació Miró, y el Pueblo Español, este último el cuarto recinto más visitado de nuestra ciudad. Caixafórum con más de 800.000 visitantes. Así como también el Museo de Arqueología de Catalunya, el Museo Olimpíc i de l’Esport Joan Antoni Samarach, el Museo de l’Institut Botànic de Barcelona, el Museo Etnológico y de las Culturas del Mundo, el Museo de la Guardia Urbana, el Pabellón de Barcelona, el Castillo de Montjuic.

En conclusión, una situación que con el nuevo proyecto del Hermitage contribuiría a fortalecer más la oferta cultural de la montaña de Montjuïc y por ende de la ciudad. Vale la pena destacar que detrás del pueblo español y al lado del MNAC, se encontraba el antiguo Palacio de la Química levantado con motivo de la exposición Universal del año 1929, proyectado por el arquitecto Antoni Sardá, y hoy día destruido. Un solar llano de aproximadamente 4.500 m2, cuyo uso actual es de un aparcamiento para auto caravanas. Un enclave que entiendo se podría estudiar y si fuera el caso, negociar antes de dar por perdido un museo de esta importancia. Máxime cuando otras ciudades pueden estar al acecho y poner todas las facilidades para disponer de este importante equipamiento.

La política no tendría que condicionar este tipo de decisiones. No se entiende que a estas alturas no se haya podido llegar a un acuerdo que permita por el bien de nuestra ciudad no dejar pasar esta oportunidad. Un convenio que indiscutiblemente contribuiría a animar la oferta cultural de una Barcelona que tiene como objetivo posicionarse como capital cultural de Europa.