-¿Eh, te vienes a la playa?

-Estoy a punto de ponerme a escribir la columna, cuando acabe me paso.

-Ok, estoy en Bogatell.

-Ah, pero es que tengo un amigo en la Barceloneta que luego va con otros colegas a tapear en el Jai-ca y a tomar unas copas en la Leo, ¿no te puedes venir para allá?

-No sé, es que aquí hay menos gente y no conozco a nadie.

-Bueno, da igual, escribo mañana y me paso a verte antes con el Bicing. Después tocan Los Pirañas en Begood, un grupo que dicen que hacen cumbia-garage, ¿te apuntas?

-No, es que ya tengo entradas para Triángulo de Amor Bizarro.

-Ya, pero es más tarde, te da tiempo. Si no la semana que viene acuérdate de Balkumbia en el Marula.

-No sé, voy a un festival de auto-edición en el Hangar y luego igual me quedo en Poblenou, que hay un reggae al aire libre por la noche. Sábado Sónar, eso seguro.

-Vaya, es que tengo una boda el sábado.

 

Y luego a lo mejor te quedas en casa con todos los "asistiré" de Facebook activos preguntando por ti.

Pero la cuestión es que te has tomado un par de semanitas libres en el trabajo para no estresarte y se te están cargando otra vez las cervicales de tensión porque no das abasto a tantos planes de ocio. En inglés le llaman FOMO, Fear of Missing Out, pero como no somos muy amigos de anglicismos lo bautizaremos como MPA, Miedo a Perderse Algo.

De entre todos los First World Problems, que rebautizaremos como Problemas de Lujo, el MPA es uno de los que se sufre con más placer, especialmente cuando uno va madurando, que en las relaciones sociales consiste en saber decir que no sin que te sepa mal.

A pesar de los dramas cotidianos del hoy privilegiado mileurista barcelonés -precariedad y vivienda, falta de espacio público y de espacios verdes, vivir entre drogadictos, entre otras cosas, para el que tiene trabajo-, la verdad es que esta ciudad despliega sus alas como un pavo real cuando llega el calor y la vida entra más suave.

No contentos con encadenar la última obra del Espai Brossa con las clases de capoeira en el espai intercultural RAI, no contento con enlazar la hamburguesa del Bacoa con las copas en el reabierto London, de tomar un poco de conciencia con charlas sobre derechos humanos o fiestas inclusivas y empoderadoras como el Cabaret trans que cada año monta Cultura trans, de ir alternando la salsa del DioBar con los vermuts de samba del Guzzo en el Born y los Primavera Sound con los Cruïlla, los Palo Alto Market con los Eat Street Festival, no contento con todo este ir y venir de planes, amigos y compromisos, con un poquito de playa siempre que se pueda entre uno y otro, uno además tiene que estar de cuerpo presente y en la red social de turno.

Respondiendo a tu madre si vienes a comer. A aquella ex-novia en la otra punta del mundo que cómo te va la vida. Mandándole un selfie a tu crush por no sé qué lugar que te recuerda a ella. Colgando un stories en tu concierto del viernes noche. Mandando una foto a tu jefe de un cartel convocando una manifestación contra los narcopisos en el Gòtic por si ahí ve un tema, hasta que !pam! te comes una farola. A lo del FOMO tu madre siempre lo llamó de otra manera y el refranero en estas cosas va un paso por delante: “No se puede estar en misa y repicando” o “quien mucho abarca, poco aprieta”. Céntrate un poco, va.