Barcelona en Comú se ha reído en Twitter de las protestas de JxCat y el PP contra los bloques de hormigón que las eminencias del Ayuntamiento de Barcelona han colocado en algunas calles céntricas de la ciudad. Van de sobraos y se creen que subrayando que los dos partidos son de derechas –como si la gente no tuviera derecho a ser conservadora-- ni siquiera atienden a las razones en que sustentan sus críticas, que no son de derechas ni de izquierdas, sino de sentido común; y que, por otra parte, comparten todos los motoristas barceloneses.

Ada Colau está cometiendo muchos errores en su política de movilidad, cegada como está por imitar a otras alcaldías que han tomado medidas para fomentar la mejora del medio ambiente. La insensatez de esos cajones en medio de la calle, por peligrosos, solo puede ocultarse a la gente que no mira lo que tiene a su alrededor, o que lo hace con ese supremacismo ideológico y pueril que adorna a nuestros izquierdosos oficiales ahora en la poltrona municipal. Toda la explicación que sabe dar la alcaldesa para justificar el disparate es que los peatones están mejor protegidos con elementos contundentes.

No solo se cachondean de la derecha; también lo hacen del resto de los ciudadanos, sea cual se su ideología. El jueves pasado, el ayuntamiento dio a conocer el resultado de la encuesta semestral que tiene por objetivo tomar el pulso a la ciudad, saber qué inquieta a sus habitantes y --se supone-- tenerlo en cuenta para la gestión consistorial.

Pues bien, los comunes han preguntado por el grado de acuerdo con su política de movilidad, pero mintiendo, porque decir medias verdades es tanto como mentir. “Dígame su grado de acuerdo con las siguientes medidas”, reza el encabezado del sondeo en este capítulo. “Fomentar el uso del transporte público”: 95% a favor; a la búlgara. Lógicamente, todo el mundo está a favor, cómo no. Otra cosa sería preguntar por lo que hace el consistorio para fomentarlo: puede que la gente se acordara de las aglomeraciones en el metro tras el desconfinamiento, por ejemplo.

“Dejar más espacio para los peatones”: 78% de acuerdo y 20% en contra. O sea, aun y con la fullería de la pregunta, una parte considerable de los 800 entrevistados se acuerda de las tonterías del fin de semana cortando algunas de las calles y avenidas para dejarlas a disposición de los patinetes. ¿Cómo se puede interpretar que uno de cada cinco barceloneses no quiera más espacio para pasear? Es inaudito. En realidad, están pensando en lo que ya han hecho los comunes. Es un suspenso en toda regla, contrariamente a como lo presenta el ayuntamiento.

“Hacer más carriles bici”: --pese a la trampa de la pregunta y a que no menciona la amenaza de los mamotretos de cemento-- el 38% de los consultados dice estar en contra. ¿No está claro que un partido que tiene 11 de los 41 concejales de Barcelona debería ser más flexible en su política de movilidad cuando, a pesar de sus preguntas capciosas, tanta gente sigue oponiéndose a ella?