Estos últimos días, o mejor en estos últimos meses, he asistido a un triste escenario de ver como personas, algunas de ellas muy cercanas, contraían una grave enfermedad, el cáncer. Llega de sopetón, análisis y pruebas que confirman un estado clínico, que de no poner remedio, nos conduce a la muerte física. Es muy doloroso, especialmente para aquellos que desgraciadamente ya no están, y para familiares y amigos que deben continuar su viaje con la aceptación de dicha perdida.

El cáncer afecta a todos, y da igual si llevabas una vida sana o una un tanto mas ligera, no entiende de edad ni de sexos, pero si que hay un aspecto que me resulta muy revelador, la gran mayoría de personas que sufren esta enfermedad han pasado por un largo período de estrés continuado e incapacidad de gestionar adecuadamente sus emociones. De hecho, aquellas personas que han superado la enfermedad, ya nunca vuelven a ser la mismas, son infinitamente mejores. Mejores en optimismo, en alejarse de personas toxicas, en ayudar, en no juzgar y especialmente en llevar una vida mucho mas humana y espiritual. Existe una manifiesta evolución de la conciencia que hace, a veces, irreconocible a esa persona.

Lo grave de esta breve reflexión es que aunque parezca increíble debemos caer a niveles de alarma personal para darnos cuenta del mayor activo que tenemos, la salud. Sin ella nada funciona, pero le damos un valor tan pequeño que nos demuestra que poco, nos llegamos a querer a nosotros mismos. La verdad es que la vida es demasiado corta, parece muy larga, pero en realidad no lo es. Y a cierta edad, especialmente cuando tienes hijos de por medio, la vida te resulta muy breve. No sabes como la vida pasa, miras atrás y no puedes recuperar el tiempo perdido. La reflexión no puede ser otra; centrate en lo que importa y huye de los malos rollos, mejora tu nivel de comunicación y tú gestión emocional. Todo lo otro no compensa.

Y ahí radica la síntesis de este texto, nuestra sociedad, la barcelonesa necesita calma, nos sobran los conflictos, los enfrentamientos, las tensiones y si lo analizamos desde una perspectiva más amplia, son intrascendentes. Este contexto nos acaba encadenando al estrés con el perjuicio a nuestra salud que eso conlleva, perturbando nuestra atención y llenándola de negatividad. El pesimismo está a la orden del día, dándole la espalda al verdadero milagro que estamos sanos y vivos. Hay que parar, necesitamos encontrar un espacio pacífico, donde lo que verdaderamente importa, eres tú y tus seres queridos, alejándonos de manera consciente de los interlocutores del conflicto y de las continuas malas noticias, donde encontrar una buena nueva es un ejercicio casi imposible.

Este contexto puede y debe ser superado, desde mi perspectiva hay cuatro factores que si los resolvemos de manera adecuada, puedes construir una vida feliz, estos son, como te llevas con tu pareja, con tus hijos, con tu entorno y con tu trabajo. Si a estos cuatro factores puedes contestar que les dedicas tu mejor atención y tu mejor cuidado, la vida no es tan complicada, no busques ni te esfuerces en lograr grandes metas, ESAS SON TUS METAS.

Barcelona en estos últimos años ha entrado en una espiral de confusión y conflicto, donde los verdaderos problemas no se resuelven, donde los enfrentamientos se alimentan en vez de calmarlos, donde intereses minoritarios promueven la polarización, cuando en realidad, todos somos vecinos de la misma ciudad, respiramos el mismo aire, nos transporta el mismo metro y nos detenemos en los mismos semáforos. ¿Alguien no se da cuenta de esto?

Con lo frágil que es la vida, ¿no estamos perdiendo el tiempo en alimentar estériles conflictos?

Y si no conseguimos salir de este escenario conflictivo, el destino en muchos de nosotros, es la enfermedad no vale la pena. Cuando tratas diariamente con personas que han sufrido la devastación fisica y psíquica y consigues conectarte con ellos, te das cuenta de como valoran aquello que desde nuestra perturbada normalidad es inapreciable, cuando una sencilla puesta de sol visible desde la misma Barceloneta, es una experiencia maravillosa que te posibilita elevarte de todo este escenario conflictivo que estoy describiendo.

Para expresarlo de manera muy gráfica, debemos salir del oscuro pozo y aspirar a llenarnos de esa magnifica serenidad que nos trae el sencillamente respirar y contemplar lo magnifico de estar vivos. No hace falta que recorras miles de kilómetros, nuestra ciudad tiene cientos de lugares increíbles que nos posibilitan vivir estas experiencias, es incuestionable para mí, que Barcelona es la mejor ciudad del mundo.

Dedicado a mis amigos que luchan contra el cáncer.