Tengo que dar la razón a la alcaldesa Colau. El confinamiento comarcal debería reformularse para el Área Metropolitana de Barcelona (AMB). En el pasado no funcionó y no parece que ahora lo vaya a hacer. Este fin de semana no se han vivido aglomeraciones porque el mal tiempo imperó, pero serán inevitables si las condiciones meteorológicas mejoran. Ciertamente, redefinir el área metropolitana implicará también analizar la situación de algunos municipios de las comarcas como el Baix Llobregat, Maresme, Vallès Oriental y el Vallès Occidental. En todas estas demarcaciones, algunos ayuntamientos forman parte del AMB, pero otros no, con lo que habría que arbitrar y diseñar un plan ante esta contingencia.

La movilidad en el conjunto del área metropolitana daría, además, un pequeño balón de oxígeno al maltrecho sector de la restauración y no bloquearía los tímidos movimientos del cultural. El Govern no ha tenido nada de esto en cuenta y ha optado por un confinamiento comarcal uniforme. Una posición no compartida por Colau y que cuenta con el apoyo de otros puntos del territorio que opinan lo mismo: que la realidad catalana no es uniforme y cada territorio tiene sus peculiaridades. La oposición ha provocado que el Govern atienda esta petición y busque la fórmula que podría ser una combinación de las veguerías y las áreas básicas de salud.

No quiero ser aguafiestas, pero seguramente este debate puede ser baladí si se confirman los planes del Govern que no son otros que endurecer las medidas a partir del día 19. Al menos, esto es lo que está comunicando el Govern a los sectores económicos en reuniones mantenidas esta misma semana. Un Govern que no quiere complicarse su existencia abriendo debates que van a poner más en entredicho su debilidad.

En este contexto, entiendo el silencio de Ernest Maragall y Esquerra Republicana en esta cuestión. El líder del primer partido de la oposición municipal no ha dicho ni una palabra, “ni ase ni bèstia”. Maragall ha levantado la bandera de la defensa de los sectores económicos más afectados por el impacto de la pandemia. Esta vez no lo debe haber considerado importante y ha mantenido silencio para no incomodar a Alba Vergés, la consellera de Salut, de su propio partido. No han tenido las mismas prevenciones los de Junts per Catalunya –no por Artadi que sigue a lo suyo en las negociaciones y la política municipal la trae al pairo– ha agitado a territorios y sectores para criticar la decisión de la parte republicana del Govern.

O sea, que Maragall antepone sin tapujos sus intereses partidarios a la política municipal. En este caso, no hubiera estado de más, que ERC apoyara al equipo de gobierno municipal en su reivindicación de modificación del confinamiento. ¿Cuál es el problema? Esquerra Republicana siempre duda en los momentos decisivos, mejor dicho, suele equivocarse. Y ahora estamos en estos momentos decisivos y los miedos atenazan a los republicanos que ha entrado al trapo de la estrategia de JxCat. Le han temblado las piernas como siempre. Torrent lanzó el guante a JxCat poniendo en el mismo saco el apoyo a Aurora Madaula en la Mesa del Parlament y el apoyo a Pere Aragonès como president. El órdago duro apenas un día. La izquierdita cobarde reculó, de nuevo, ante JxCat. ERC todavía no se cree que ha ganado el pulso. Con escaso margen, cierto, pero un margen logrado con Carles Puigdemont como cabeza de lista. De hecho, ese giro a la izquierda del que tanto alardean no se está produciendo, so pena que ERC considere a los herederos de Convergència como un partido de izquierdas. Si es así, retiro mi crítica.

En este escenario, es dónde hay que situar al señor Maragall. De aquí, su silencio sepulcral. Si el 19 se endurecen las medidas y el ámbito metropolitano se queda en una entelequia, Maragall y ERC tienen la obligación de tomar partido. O por Barcelona o por sus pulsos entre bambalinas para formar gobierno. Ernest Maragall quiere repetir como candidato, al menos eso dicen las fuentes oficiales del partido republicano, pero ¿la situación política catalana puede afectar a su continuidad? ¿Si ERC gobierna en solitario, puede ser designado conseller? ¿Es está opción, el motivo de su silencio?

Esperaremos con expectación las respuestas a estos interrogantes. No parece que JxCat tome decisión alguna con respecto al Govern antes del día 24, día en que ha fijado un congreso de la formación, en la que las diferentes facciones ajustarán sus fuerzas y tomarán una decisión. Desde la coalición hasta una nueva convocatoria electoral pasando por un gobierno en minoría de ERC. Maragall tiene tiempo para pensar en todas estas cuestiones, Barcelona me temo que no tanto.