A los políticos nacionalistas les ha quedado un monstruo muy bonito. Durante mucho tiempo han intentado hacernos creer que era un corderito indefenso y desvalido pero cada vez se hace más evidente el lobo violento que se escondía bajo esa apariencia de paz y amor.
Despreciar a la oposición en el Parlament y a todos aquellos a quienes representan fuera del hemiciclo es violencia.
Utilizar términos como ultras, fascistas, agresivos, violentos... para referirse a quienes asisten a una manifestación por la unidad de España es violencia.
Utilizar términos como colonos, botiflers o inadaptados para referirse a los catalanes que no comulgan con sus ideas es violencia.
Aprovechar los medios de comunicación para decir a la gente que los catalanes que aman a España son mayoritariamente enemigos de la libertad es violencia.
Explicar a los niños lo mala que es la policía y lo buenos que son quienes escondieron las urnas es violencia.
Robar la historia de nuestra tierra con fines políticos o económicos es violencia.
Creerse con el derecho a decidir quién puede manifestarse y quién no, es violencia.
Legitimar la violencia cuando les sale de la huevera o porque consideran que el que tienen delante es fascista, es violencia.
Decir que España nos roba es violencia. Y cuando lo dice cualquiera de los que calientan butaca en el Parlament o en alguna de las grandes asociaciones, es violencia mayor.
Descargar la rabia provocada por la traición de los políticos nacionalistas en los Mossos o en quienes no llevamos lacito tatuado en el corazón, es violencia.
La letra moderna dels Segadors es violencia.
El Nacional, Vilaweb y demás familia de los medios indepes son violencia.
Inundar el espacio público -muchas veces con la connivencia de los organismos públicos- con la ideología que defiende todo lo anterior, es violencia.
Intentar entrar en el Parlament por la fuerza, es violencia.
Para Quim Torra todo lo anterior es “apretar” y considera que “hacen bien en apretar”.
¡Enhorabuena Quim! Tú eres el responsable. Al carrer!!!