Con carácter previo y teniendo en cuenta que es el primer artículo de opinión que traslado a este medio digital quiero agradecer al director y su equipo la oportunidad de expresar mi visión metropolitana de Barcelona. Como no podía ser de otro modo, mi primer llamamiento es en relación a la seguridad vial donde centro diariamente todos los esfuerzos al objeto de minimizar los más de 10.000 accidentes de tráfico que acontecen en nuestra metrópolis.

Justiniano definió la normalidad “como lo que todo el mundo hace y todo el mundo entiende”. Parecerá normal entonces que el medio de transporte privado estrella de la ciudad de Barcelona, líder absoluto en toda Europa, superando ciudades como Roma y Milán, sea el colectivo de moteros, por lo que aplicando la simple lógica los responsables de la seguridad vial deberían haber previsto medidas distintas y específicas que protejan, potencien y fiscalicen a este sector tan decisivo en la movilidad urbana. Sin embargo, nada más lejos de la realidad; si hay un colectivo perseguido y discriminado en esta ciudad éste es el de los moteros a quienes ni se les permite circular por el carril bus, sin disponer de un carril especifico y, lo más grave, las graves dificultades a la hora de encontrar un estacionamiento hábil y permitido habida cuenta de la señalización de prohibido estacionar en aceras.

Sin ir más lejos, el otro día salía del Colegio de Abogados, en la calle Mallorca, reanudé mi marcha por el carril bus y automáticamente un coche de la Guardia Urbana de Barcelona, utilizando el dispositivo acústico me requirió (eso sí, con absoluta amabilidad) para que abandonara la circulación por dicho carril, cosa que hice con total inmediatez y al detener mi motocicleta, ante la señal semafórica de luz roja que me afectaba, el agente de la Guardia Urbana me espetó “Vd. sabe que no puede circular por el carril bus y que esto es lo que marca la normativa, verdad”?. Y claro, la ley está para cumplirse, pero cuando no responde a la realidad ni a las necesidades sociales existentes, cuanto menos, tenemos la obligación de revisarla y combatirla hasta adaptarla al tiempo en que deba ser aplicada.

Todos sabemos que en Barcelona hay carriles moto imaginarios, ya sea el carril bus de la Gran Vía, ya sea el primer carril de la calle Aragón lado montaña, o el conocido carril moto entre el segundo y tercer carril de la Ronda de Dalt….  carriles imaginarios que la propia naturaleza de la conducción ha sabido encajar dentro de la movilidad urbana y que coexisten, vamos a decir  de modo “alegal”, en el Reglamento General de Circulación pero que se imponen por su pragmatismo funcional.

Pues bien, teniendo en cuenta nuestra realidad actual y después de más de 20 años dedicado en exclusiva a la seguridad vial y sus consecuencias, puedo afirmar, con rotundidad, la necesidad imperiosa de crear los carriles moto ya sea mediante su incorporación en los carriles buses, a los que habrá que añadir entre 100 y 150 cm más de ancho, así como la creación de carriles específicos en zonas urbanas delimitadas.

Dicha medida ha sido contrastada con los que considero los dos mejores técnicos en seguridad vial urbana, por lo que, dotar de mayores medidas de seguridad y facilitar la circulación a dicho colectivo concluirá inexorablemente en un disminución drástica de los accidentes de tráfico que tan terribles consecuencias experimento diariamente en mi trabajo. No entiendo como a estas alturas de la película seguimos sin respetar la voluntad de los colectivos más vulnerables porque es evidente que si hay un perdedor en un accidente de tráfico es el conductor u ocupante de una motocicleta o ciclomotor. El colectivo motero es transversal: hay usuarios de todo tipo de perfiles y por tanto las medidas a aplicar deben ser comunes a todos

Manifestar que soy motero desde los 8 años y desde los 14 que empecé con el ciclomotor en Barcelona y sigo utilizando prácticamente a diario la motocicleta como medio de transporte (también Bus y Taxi), por lo que, después de casi 40 años a dos ruedas por BCN puedo afirmar las gravísimas deficiencias estructurales y de seguridad vial que padecemos. No debemos olvidar que gracias a las motos y ciclomotores Barcelona está menos contaminada, existe mayor fluidez en tráfico (imaginemos que fueran en coche), y sin lugar a dudas, una pacificación del espacio público, tan castigado en estos últimos años.

Por todo ello, manifiesto la voluntad inequívoca de crear carriles moto y favorecer de manera concreta al medio de transporte privado estrella en la ciudad de Barcelona. No querría finalizar esta misiva sin mencionar que, en ningún caso, debe discriminarse la bicicleta como medio de transporte eficaz y sostenible, y deberemos seguir apostando por su implantación, aunque deberemos señalar la conveniencia de que las bicis tengan un seguro obligatorio y denunciar la desastrosa política de carriles bici que hay en Barcelona donde mis paisanos de ciudad hacen estragos para ver si circula alguien por ellos. Barcelona ni es Copenhague ni Ámsterdam, ni Berlín, pero lo más importante, no tenemos ninguna intención en parecernos a nadie, los barceloneses tenemos autenticidad propia, nuestros usos y costumbres se imponen a cualquier otra realidad, así que velemos por proteger nuestra esencia y los usos que damos de ella. Conduzca con cuidado y velemos todos por una mejor seguridad vial.