Desde hace unos años la inseguridad viene siendo uno de los grandes temas de ciudad, sin embargo, si miramos por el retrovisor nos damos cuenta de que las cifras de 2019 y las de hoy no tienen nada que ver.

Es cierto que en el último barómetro la inseguridad sigue estando en la primera posición en el ránking de preocupaciones de la ciudadanía, pero es significativo que el porcentaje de ciudadanos y ciudadanas que la ubican como su principal preocupación haya disminuido pasando del 29 al 14% en los últimos dos años.

Analizar este dato no es tarea fácil. En primer lugar porque es imposible especificar qué incluye exactamente el concepto “inseguridad”. La inseguridad es distinta para cada uno de nosotros, y es por ello que en una encuesta que analice nuestras preocupaciones cada uno le damos el significado que consideramos. Unos consideran inseguridad a la posibilidad de que le roben la cartera, otros sufren por el incivismo que ven en sus barrios y otros, sin embargo, consideran que la inseguridad existe por el hecho de haber visto altercados en las calles o vídeos en los que se ve a dos personas peleando. Otros, por ejemplo, consideran un factor de inseguridad ver pasar a patinetes a toda velocidad a menos de dos centímetros, cosa por cierto cada día más común.

Es imposible asumir que la inseguridad que preocupa a barceloneses y barcelonesas se pueda definir con una sola palabra. Muy probablemente, si en lugar de preguntar por ese concepto que agrega cantidad de percepciones preguntáramos cada una de las derivadas que puede englobar el concepto, el dato sería mucho menor.

Y es que el problema de preguntar por la inseguridad es precisamente esa especie de cajón de sastre que lo engloba todo. Y eso dificulta la lectura que podemos hacer del dato y las soluciones que se puedan plantear al respecto.

Evidentemente cuando analizamos el dato del barómetro hablamos de la percepción de inseguridad de la ciudadanía. Si quisiéramos saber si Barcelona está realmente mal en materia de seguridad lo que deberíamos hacer es acudir a los datos, que por cierto, han mejorado sensiblemente en los últimos dos años. Pero esto no va solo de datos, va de percepciones. Y eso es lo que hay que resolver. Es evidente que cuando conocemos a gente a la que le han robado el móvil en la calle, nuestra percepción se ve afectada y la sensación de inseguridad aumenta, pero probablemente a día de hoy la diferencia entre datos y percepción sea todavía demasiado exagerada.

Otro elemento importante es entender que en Barcelona hay siempre dos problemas que acaban alternándose en las preocupaciones de la ciudadanía. Uno es la inseguridad y el otro es la preocupación por las condiciones laborales y el acceso al trabajo. Cuando las cosas van bien, siempre es una de estas dos las que emerge. Son como icebergs que se muestran más cuando baja la marea. Cuando todo va bien, emergen estas problemáticas. Es cierto que cuando emergen con cerca de un 30% de preocupación como pasó en 2019 hay que preocuparse mucho por el elevado grado de preocupación, pero cuando tenemos datos relativamente diversificados y ningún problema llega al 15% podemos afirmar que las preocupaciones están relativamente equilibradas y por tanto en unos niveles razonables.

Evidentemente cuando se hace una lista de 1 a X tiene que haber un primer puesto para alguna problemática, pero lo importante es que ninguna se dispare en exceso y que el gobierno municipal tome cartas en el asunto para seguir mejorando en aquello que preocupa a los ciudadanos y ciudadanas, pero insisto, siempre habrá un primer problema.

Entiendo que después de un barómetro municipal siempre se hagan titulares. Unos más ajustados a la realidad, quizá otros menos, pero es importante (y es tarea de los analistas) dar una vuelta de tuerca al titular y analizar las razones de fondo que se traslucen de los datos de los barómetros. Entender el punto en el que estamos es clave para avanzar, y en materia de seguridad podemos afirmar que no estamos tan mal como algunos han querido dibujar. Que lo hemos estado, pero que los últimos datos nos dicen que la mejoría es evidente. Echemos la vista atrás, la situación de la ciudad no es la misma que hace dos años. Es importante seguir trabajando para garantizar la seguridad en la ciudad, pero también es importante leer bien los datos para no caer en alarmismos.