En las últimas elecciones a la Generalitat de Catalunya se pudo medir el nivel de renta de los votantes de Barcelona. ¿En qué niveles de renta captan sus votos las diferentes opciones políticas que se presentan a las elecciones?

La renta media disponible de un barcelonés es inferior a 22.000 euros al año, aunque va por barrios, de los 12.000 de Nou Barris a los más de 40.000 de Sant Gervasi. Cuanta más alta es la renta, más vota el público. Las derechas de Vox, PP y Cs no pescan un voto entre las rentas medias, pero sí entre las rentas más bajas y las más altas. Siguiendo con la derecha, el caso de JxCat es de traca. En una proporción casi lineal, más dinero hay en tu barrio, más gente votará a JxCat; más rico eres, más juntspercatalunyista serás.

En cambio, el votante con la renta media disponible más alta es, oh, sorpresa, el de la CUP, con unos 33.000 euros al año. ERC y CUP pescan sus votos en el caladero de las rentas medias y medias altas, pero no se comen un rosco entre las rentas más bajas. De ahí sacan sus votos los socialistas y Unidas Podemos. Más dinero tienes, menos votas a estos dos, aunque el porcentaje de voto de los socialistas no disminuye tanto cuando la renta supera la renta media.

El comportamiento es similar en toda Cataluña, con algunas variaciones, porque en las poblaciones de menos de 10.000 habitantes entra en juego el conservadurismo rural, eminentemente procesista. El mapa de este voto y su retrato sociológico coincide casi idénticamente con el antiguo carlismo tradicionalista.

Tengan esto en cuenta al hacer estimaciones de voto las elecciones que vienen. Porque me han dicho que tendremos elecciones para el Parlament de Catalunya, pero no me han sabido decir para cuándo. «Cuando se aprueben los presupuestos», contestan, o cuando se acabe la ratafía. Como hay tantos presupuestos por aprobar y yo con estos pelos, prefiero no seguir preguntando y ya se verá. Supongo que lo anunciarán, ¿no?

Mientras tanto, he leído hace poco un estudio muy sesudo llevado a cabo por un selecto grupo de sociólogos de una universidad norteamericana que se preguntaban por qué los ciudadanos con las rentas más bajas acababan votando al energúmeno de Trump, por ejemplo, en contra de sus propios intereses de clase. Comprueban aterrados (no se me ocurre adjetivo mejor, porque son sociólogos demócratas) que cuanto más «progre» es el candidato demócrata, peor le va entre las clases bajas. 

He escrito «progre» entre comillas y a propósito, y el estudio que digo emplea una expresión semejante. Creo que ya saben a lo que me refiero: un discurso pánfilo, lleno de eufemismos y centrado en asuntos que están muy alejados de los problemas de una familia que no llega a finales de mes, que espera hace meses que les llamen del hospital para una operación o que no sabe cómo pagar el material escolar de los niños. Supongo que les suena, porque de todo eso tenemos aquí mucho y más. Si uno dice dice «progenitor diferente de la madre biológica» por no decir «papá» en un contexto cotidiano... Bueno, va por ahí.

También he leído ya demasiadas veces que un partido «catalanista» sería el remedio para el procesismo, pero eso me suena a homeopatía política, a curar una enfermedad con su semejante, a diluir la chifladura procesista a un remedo de procesismo sin gas ni cafeína por ver si así se pasa la pupa. Es decir, no va a curar nada, pero alguien pretende forrarse con el invento. Seguramente, el homeópata en cuestión. 

En cambio, contemplo con evidente preocupación las opciones de voto de las clases más perjudicadas por un movimiento que las excluye, las desprecia, las ignora y las maltrata. El tándem JxCat-ERC-CUP ha destrozado las instituciones con mucho ruido y los servicios sociales, la sanidad pública y la educación con método y saña los últimos diez años, y por eso digo lo que digo, y lo creo sinceramente.

No quiero ser agorero, pero si no surge una posición firme ante tanta tontería en las izquierdas y éstas se conforman con ser «progres» como tantas veces hasta ahora, ¿a quiénes votaremos los que no queremos populismos nacionalistas (da igual con qué bandera) en el poder? Nos hemos quedado huerfanitos. Temo, y quisiera equivocarme, que la abstención o un voto de castigo cedido al cafre de turno podrían darnos alguna desagradable sorpresa.