El mandato de Ada Colau habrá servido, entre otras cosas, para vacunarnos contra la idea que “los trabajadores” estaban incomprendidos durante décadas en Barcelona, primero por los “instalados” del PSC y luego por el gobierno convergente de Xavier Trias, y que la “nueva política” de Barcelona en Comú (BeC) lo arreglaría. O igual los otros no lo hacían tan mal, o los sindicatos dominantes por ejemplo en el Metro también tienen lo suyo, o igual lo de Colau no era tan nuevo, o quizás de todo un poco. Pero el caso es que los pobres usuarios del Metro vamos a volver a sufrir otra huelga de sus trabajadores, ahora en abril y en protesta (que ejerceran con puñetazo en la cara de los ciudadanos de a pie) por “la nefasta gestión del problema de amianto” por parte de la dirección.

Ya no llevo ni la cuenta de las huelgas que cargamos a cuenta de estos señores, tomándonos a nosotros, a los usuarios, como rehenes. Porque ellos, con sus “guerras” con el responsable de turno, nos toman como simples “daños colaterales”, a los currantes que debemos de tirar de transporte público. Y yo lo haría muy a gusto, porque creo en el transporte público y en la sostenibilidad, si no fuera por estos abusos o por otras “guerras” diarias que te encuentras. Lo de tirar de transporte público lo haría muy a gusto, digo. Hacerlo lo hago igual. No a gusto, claro. Así no.

Porque, ¿otras “guerras” diarias en el metro? Una masificación creciente que te hace ir cada día más como una sardina en horas imprevistas. Unos asientos donde objetivamente no caben el número de pasajeros que disponen los mini-bancos, y que que indica que o hemos crecido mucho, o hemos engordado muchísimo, o se equivocaron los que lo dibujaron claramente. O por ejemplo que a estas alturas de año (justo estrenando primavera) ya haga semanas que tienes que ir esquivando mosquitos, por lo menos en las dos-tres líneas de Metro que yo más frecuento. Estos son solo tres ejemplos de “guerras” diarias que libramos los usuarios del metro. Y luego vienen las huelgas. Para rematar. Son un encanto, los del Metro y sus responsables, sean quienes sean. En los últimos 4 años, eso no ha cambiado. A mejor seguro que no.