Hace un par de años escuchaba una entrevista de Antonio Banderas que, particularmente pienso, podría ser el prólogo de cualquier inicio de carrera universitaria. Me cautivó cuando al final dice "se hace país con gente que se la juega". Obviamente hacía referencia a los autónomos, pymes y especialmente hacía una comparativa funesta entre los emprendedores que había en la sociedad española y norteamericana. No iba mal enfocado el actor en su reflexión, pero esto tiene un origen más profundo y está en el absoluto desprecio y abandono de los autónomos o pequeños empresarios en el marco de las mesas de negociación colectiva y más, especialmente, en la ausencia de representación política en los distintos parlamentos de la nación. Habrá que decir que las Pymes y autónomos representan a más de los dos tercios de la creación de empleo y el 98% del tejido empresarial. Lo señalo para detallar el impacto de lo que representa este colectivo en términos de creación de empleo y su vital relevancia en la prosperidad de una economía que quiera liderar alguna cosa a nivel social y económico.

Vaya por delante mi reconocimiento a sindicatos y CEOE, ambos colectivos han defendido con uñas y dientes a sus representados durante casi 45 años, obteniendo grandes parcelas y derechos a golpe de cada contienda electoral. De aquí que tengamos una legislación laboral ultra proteccionista con los trabajadores y un IBEX 35 que apenas paga impuestos. Y a los autónomos y pymes, ¿a estos quién los ha protegido y representado en las mesas de negociación y en el Congreso de los Diputados? La respuesta es obvia: nadie y digo NADIE.

La prueba no es otra que la triste y difícil realidad que nos inunda cada día y que nos deja a los pies de los caballos. Desprotegidos frente a todo, prestaciones, legislación y responsabilidad. Un pack de abandono y del que los sindicatos y patronal nos llevan más de 40 años de ventaja. Cada vez que hemos ido a elecciones hemos aumentado la distancia entre trabajadores e IBEX frente a los autónomos y pymes y claro, al cebarte permanentemente contra los que te crean empleo y son la columna vertebral del tejido empresarial, lo que se ha provocado es la desaparición de la cultura del emprendedor y que muchos hayan desistido de continuar con sus negocios por hartazgo y agotamiento frente a una administración que no tan solo no aporta sino que más bien te aplasta frente a ciertas  contingencias sobrevenidas.

Así las cosas, ya no sorprende a nadie que estemos a la cola de Europa en tasas de desempleo y que el paro juvenil roce la cifra del 50%. Es imperativo y urgente que tanto los organismos como PIMEC, ATA y CEPYME, entre otros, alcancen la dimensión política y social de aquello que representan en las mesas de negociación. Estamos aún muy lejos de una estabilidad jurídica y económica que vuelva a ilusionar, especialmente a los más jóvenes, y de retomar la senda de la excelencia empresarial que fortalezca las clases medias y haga un mayor y mejor reparto de la economía. Es inmoral e inaceptable el nivel de desigualdad social que se ha impuesto en España. Se necesita una nueva legislación mercantil, fiscal y laboral que incentive nuevamente la creación de nuevos autónomos y pymes, y fortalezca un sector profundamente desmoralizado y sin reconocimiento alguno. Soy de los que piensa que España necesita realizar profundas reformas estructurales, pero también que con ellas podemos acabar en el G8 mundial. Es inequívoco que lo tenemos todo para triunfar.