En 1958, Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957) publicaba la obra “El Gatopardo” que después también sería adaptada al cine gracias a la obra maestra de Luchino Visconti. En la obra, el personaje de Tancredi declara a su tío Fabrizio la conocida frase “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”, y acuñó un nuevo termino aplicable a la política, el “gatopardismo”, cambiar todo para que nada cambie.

Gatopardismo se refiere al político o al movimiento político que inicia una transformación política revolucionaria pero que, en la práctica, solo altera la parte superficial de las estructuras de poder, conservando intencionadamente el elemento esencial de estas estructuras, simplemente sustituyendo a una élite por otra nueva que acapara para sí todo el poder político.

El fenómeno de la corrupción comenzó a situarse como una de las grandes preocupaciones de la ciudadanía entre los años 1994 y 1996, con los diversos casos que salpicaban al PSOE, y que propiciaron el fin de una etapa de 14 años de gobierno socialista en España de la mano de Felipe González, y ha alcanzado un máximo histórico en esta última década, con los diversos casos de corrupción que afectaban al PP, la publicación de los papeles de Bárcenas o el caso Gürtel, y que culminó con la moción de censura que aupó a Pedro Sánchez en la Moncloa, descabalgando a Mariano Rajoy, en el año 2018.

En Cataluña podemos observar similitudes, el pretendido oasis catalán que finalmente no era tal, al descubrirse toda la trama corrupta del clan de los Pujol, el caso del Palau de la Música o finalmente, el caso de financiación ilegal de la antigua CiU (Covergència i Unió), la coalición que ha gobernado Cataluña durante más tiempo, el llamado caso del 3%.

Hoy mismo, mientras escribo este texto, podemos decir y recordar que la nueva Presidenta del Parlament de Junts per Catalunya (JxCat), Laura Borràs, está imputada y a la espera de resolver su situación judicial. Entristece comprobar como esta realidad pasa de puntillas, pasando a ser anecdótico. Es un ejemplo de cómo la sociedad, en este caso la catalana, ha asimiliado este tipo de factores, influenciados por el procés, llegando a un punto en el que todo vale con tal de seguir adelante con sus repúblicas imaginarias. 

Con el paso de los años, esta preocupación de los españoles por la corrupción se ha transformado y aumentado de forma gradual en una preocupación por “la clase política y los políticos”. Estamos hablando de que esa inquietud o preocupación se ha acabado convirtiendo en desafección política, desapego de las instituciones democráticas y una valoración muy baja de la actual clase política.

Ciudadanos, ya en su nacimiento en el año 2006, tiene entre sus principales compromisos, además de la batalla contra el independentismo catalán, el de la regeneración política, y eso significa ser implacables con la corrupción, en el momento de pactar y formar gobiernos con estas formaciones herederas del bipartidismo o del gatopardismo y que no tienen en cuenta de manera tan clara estos valores y principios.

Ciudadanos tiene integrado en su ADN y defiende siempre el concepto de accountability, tanto cuando formamos parte de un gobierno como cuando estamos en la oposición. La rendición de cuentas, la transparencia con la ciudadanía y la lucha contra la corrupción son indispensables e indisolubles para nuestra formación. El día que abandonemos estos valores dejaremos de tener sentido y ser útiles y cometeremos los mismos errores que las formaciones del bipartidismo o del gatopardismo. Además, significa una defensa de la democracia actual, y por ello, es tan importante mostrarla en público y conseguir el rechazo unánime a estas prácticas por parte de las instituciones y de la sociedad.

En Ciudadanos no queremos que todo cambie para que todo siga igual, deseamos cambiar las cosas de verdad y eso significa tomar decisiones difíciles y complicadas y más en estos tiempos de pandemia. Si no fuera de esta manera nos estaríamos convirtiendo en una opción más instalada en el gatopardismo.

Hoy en día, lo realmente revolucionario es combatir la corrupción y defender la regeneración democrática, a pesar de aquellos gatopardistas instalados, arraigados y protegidos por las estructuras de poder, y en ello, no defalliremos, cueste lo que cueste, desde las instituciones públicas.

Ya sabemos como termina la obra de Lampedusa, con la decadencia de la familia del Príncipe de Salina. En Ciudadanos vamos a luchar para evitar esa decadencia.