La Estación de França, antiguamente Barcelona Término, fue inaugurada el año 1854, como estación de la línea ferroviaria Barcelona-Granollers, llamada entonces Barcelona 2, por ser la segunda estación construida en la ciudad. Una construcción que popularmente se denominó Estación de França durante la Exposición Universal del año 1929. El proyecto inicial de esta magnífica construcción parte del ingeniero ferroviario Eduardo Maristany, marques de la Argentera, y años más tarde, en 1924, se proyectó el edificio de viajeros por Pedro Muguruza. Un proyecto que no llegó a ver la luz consecuencia de su elevado coste, motivo por el cual el encargo recayó en Raimundo Duran i Reynals y Pelayo Martínez, que construyeron un edificio con un marcado carácter histórico. Sus tres grandes cúpulas presidían el vestíbulo, que juntamente con la implantación de diversos detalles ornamentales, realizados con materiales nobles, hicieron de esta estación, de clara influencia noucentista, un conjunto con una vistosidad y elegancia de gran valor arquitectónico. Por todos estos motivos, la fachada está catalogada por el Ayuntamiento de Barcelona. La construcción de la gran nave de los andenes, en la más pura tradición de la arquitectura de hierro de principios de siglo, tiene una novedosa forma curvada de una singularidad excepcional. Para acometer el gran deterioro al que estaba sometida la estación, y con vistas al gran acontecimiento que fueron los Juegos Olímpicos de Barcelona, se inició un proceso de rehabilitación que a pesar de ello, en la actualidad necesita actualizarse.

 La Estación de França es una estación de trenes que está en uso, y está siendo utilizada para el servicio de Rodalies y Regionales pero, sin embargo, una vez entre en funcionamiento la futura terminal de La Sagrera, con la conexión de esta última a la alta velocidad, parece que no pueda tener mucho sentido seguir manteniendo su uso ferroviario exclusivamente. Consecuencia de ello, el futuro papel de la estación, no está del todo claro. El Ayuntamiento, conjuntamente con ADIF, que desde el año 2005 es el nuevo propietario de la estación con otras administraciones, están de acuerdo en conservar el uso actual al menos durante los próximos 10 años, con la consideración de mantenerla como un apoyo ferroviario de la ciudad.

Desde el mandato del alcalde Xavier Trias ha sido motivo de todo tipo de reflexiones, llegando a decir, este último, que dejaría de estar operativa para el año 2015, recuperando de este modo el gran edificio, así como los terrenos ocupados por la gran superficie de las vías existentes. La estación tiene un emplazamiento único, y un futuro muy ligado por su proximidad, al de la Ciutadella. Una ubicación excelente que obligará a definir un nuevo régimen de usos y a una nueva reutilización de esta gran construcción, más acorde con un futuro planteamiento cultural de la ciudad. El edificio goza de unas características espaciales y arquitectónicas que hacen posible un nuevo y gran equipamiento. Un nuevo modelo que llevaría a establecer una propuesta global y conjunta, de reconversión en parte del trazado viario, y que pasaría a ser de este modo, un gran espacio urbanístico anexionado a la Ciutadella y ganado a la ciudad. Es posible que para este nuevo escenario fuera necesario una colaboración público-privada para llevar a buen término un uso compartido. Una propuesta que pasaría por reconvertir una construcción con alto valor arquitectónico, en un nuevo centro vivo para la ciudad, implementando todo un mixed de actividades con el cada vez menor uso ferroviario a la que sin duda está abocada la estación. Un modelo mixto de usos como los que se han realizado en multitud de grandes estaciones de ferrocarriles de todo el mundo. Un ejemplo que se me ocurre, por su grandiosidad y conceptualización de lo que representa una estación moderna, es la de Kioto, en Japón, un gran complejo que alberga no solo la red ferroviaria más importante del país, sino que también constituye un gran polo de atracción para el ciudadano. En este aspecto, la Estación de França sería deseable que no fuese exclusivamente un lugar de paso, sino que se convirtiera además en un lugar de encuentro.