Que el debate de los próximos meses será sobre la reactivación no me cabe la menor duda, pero el debate más importante es un debate de fondo. Es el debate sobre qué tipo de economía queremos para el futuro.

Barcelona, tras meses apagada vuelve a ver sus calles llenas de vida. Y pese a que esto está trayendo algunos problemas en el presente inmediato es una gran noticia para el futuro cercano. Basta con salir a la calle un sábado por la noche para observar con alegría que las terrazas están más llenas que nunca. Lo de que no se haya abierto todavía el ocio nocturno es una anomalía que no me explico, pero en cualquier caso, Barcelona vuelve a vibrar pese a las restricciones que todavía vivimos.

Esto tiene importantes derivadas en la vida económica de la ciudad. Los comercios vuelven a vender, la restauración empieza a salir de los ertes, y la normalidad perdida parece empezar a asomar. El mundo que conocíamos empieza a revivir tras haber dejado grandes incógnitas durante este tiempo. Si algo positivo ha tenido esta pandemia ha sido que nos ha permitido pensar y repensar muchas cosas y ha dejado al desnudo algunos de los defectos de nuestro modelo económico.

Muchos hemos repetido desde hace algunos años que nuestro modelo debía repensarse y diversificarse. Tras los estragos derivados de la pandemia esta reflexión se ha vuelta de más actualidad que en cualquier otro momento. Y ahora, en el momento en que empezamos a rearmarnos económicamente toca dar pasos en la dirección correcta. Se ha tratado de salvar y ayudar a los sectores más dañados, pero ahora es momento de dar un salto teniendo muy presentes las reflexiones que hemos podido hacer durante este desgraciado tiempo de parón.

Barcelona necesita diversificar su economía, y para hacerlo,  necesita entablar relación de confianza con las grandes empresas que generan empleo. Con las grandes empresas que innovan, que son pioneras en sus respectivos sectores y que necesitan talento para seguir innovando. Barcelona necesita una buena relación con estos actores económicos. Y para hablar con ellos es necesario tener muy clara una cosa. Cuál es el tipo de economía que queremos en nuestra ciudad. Y este es un debate muy serio que no admite respuestas únicamente marketinianas. Necesita respuestas serias y pensadas. No es momento para eslóganes populistas ni para soflamas que nos hagan perder oportunidades.

Lo que no se puede hacer es ahuyentar a las empresas con proclamas sobre el decrecimiento. Eso ni es progresista ni tiene sentido. Aún recuerdo en campaña electoral del 2019 afirmaciones de partidos como la CUP llamando al decrecimiento como única solución para la ciudad. Afortunadamente quedaron fuera del consistorio, pero veo con preocupación como algunos mantienen discursos similares…

El decrecimiento en el mundo global en el que nos encontramos no tiene ningún sentido. Barcelona necesita seguir creciendo. Y necesita determinar de qué modo quiere crecer. En esto el primer teniente de alcalde de la ciudad, Jaume Collboni, ha sido siempre muy claro. Barcelona quiere un crecimiento sostenible, competitivo y equitativo. Un crecimiento que permita crear puestos de trabajo de calidad. Y eso a día de hoy es más posible que nunca. Las grandes empresas pioneras en el sector de la innovación pueden y deben ver en Barcelona un lugar atractivo para instalarse. Para ello es imprescindible que en el gobierno de la ciudad encuentren un interlocutor capaz de seducirlas. Y ese es un trabajo de vital importancia para la ciudad.

Si queremos que en Barcelona haya oportunidades que permitan que los trabajadores de la ciudad puedan encontrar trabajos con buenos salarios, buenas condiciones laborales y buenas perspectivas de futuro necesitamos que las empresas que lo proporcionan se instalen en la ciudad. Necesitamos que decidan invertir aquí y no en otro sitio. Y para ello es imprescindible que haya una sintonía política que facilite su llegada a la ciudad.

A partir del próximo miércoles Barcelona tiene una nueva oportunidad para seducir a los dirigentes de grandes empresas que se han dado cita en la ciudad para las jornadas del Cercle de Economía. Jornadas que por cierto, llegan a Barcelona tras realizarse en Sitges durante años. Y esto no ha sido casualidad. Es fruto de la voluntad del gobierno de la ciudad de convertir Barcelona en el punto de encuentro para los grandes debates económicos que vienen. Y esto es muy buena noticia. Es importante que sea en Barcelona donde se den cita los grandes referentes del mundo económico para pensar en la economía de mañana.

Y es igualmente importante que el gobierno de la ciudad deje muy claro lo que puede ofrecer Barcelona y sobretodo lo que pide para la ciudad. En los próximos días llegan unas jornadas que pueden ser interesantes para la ciudad, no por lo que allí se diga, que también, sino sobretodo por lo que allí pueda gestarse.

Deseemos suerte y aciertos a quienes van a representar allí a todos los trabajadores y trabajadoras de Barcelona. De su acción y su pericia depende que Barcelona no pierda ni una oportunidad.