Hoy el eje Barcelona-Bruselas es cortante como una Gillette. Carles Puigdemont se esconde en la capital europea mientras meten en la cárcel a la otra mitad de su exgovern. La historia de Frederic Escofet y Barcelona está llena de pistas sobre cuál es el precio de ir a contrapelo en momentos tan parecidos o más difíciles como los que atraviesa nuestro expresident. Permítanme un paralelismo histórico.

"Aquella noche del 6 de octubre de 1934 el general Domingo Batet consiguió llegar a Barcelona desde Poblenou a Plaça de sant Jaume atravesando por carrer Princesa. Había desobedecido al President Lluís Companys al no ponerse a las órdenes de la Generalitat y aquella noche Batet plantó cara a la proclamación del Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Al otro lado de la plaza había otro hombre: el coronel Frederic Escofet, Comissari General d’Ordre Públic.

Tras diferentes disturbios y tres muertes, el ejército comandado por Batet tomó la Plaça de sant Jaume. El general parlamentó con Pérez Farrás, jefe de los Mossos d’Esquadra, que dispararon contra las tropas, produciendo varias muertes y heridos. Entonces, los cañones del ejército rugieron contra el Palau de la Generalitat. Tras cinco horas, los insurrectos comandados por Escofet se rindieron y fueron hechos prisioneros. Escofet fue encarcelado en el castillo de Montjuic, sometido a consejo de guerra y condenado a una muerte conmutada por la cadena perpetua. Esta vez Frederic Escofet estaba fuera de la ley".

Ya rehabilitado como militar, el 18 de julio de 1936 volvemos a encontrar a Frederic Escofet defendiendo con éxito los colores de la Generalitat republicana. En esta ocasión tiene frente a él la llamada insurrección de Barcelona. Durante aquella tarde, ataca el edificio de Capitanía General donde se encontraba el general Goded, quien según los planes de Mola tenía que asumir el mando de las fuerzas sublevadas en Catalunya. En este caso la legitimidad democrática y la legalidad republicana, a diferencia de los hechos del 6 de octubre de 1934, jugaron a su favor. Porque Frederic Escofet estaba dentro de la ley.

A los ojos de la ley, Frederic Escofet fue una vez héroe y otra villano, al parecer. Cuando en 1980 vino a votar de Bruselas a Barcelona, dijo públicamente: “He regresado ahora que hay elecciones en Catalunya porque no podía ya negarme a hacerlo”. Pero “Me parece que volveré pronto a Bruselas. Tengo miedo de llegar a sentirme extranjero en mi propio país.”

Ojo con Barcelona. Porque ni en el exilio ni en la cárcel se siente uno como en casa.