Hace días que los pensionistas llevan a la calle su protesta por las míseros incrementos en sus prestaciones de los últimos años. El gobierno del Partido Popular aprobó en 2013 que las pensiones aumentasen como mucho un 0,25% en relación a las percibidas el año anterior. Teniendo en cuenta que los precios subieron un 1,2% el año pasado es comprensible la indignación de quienes pierden capacidad adquisitiva año tras año.

La pensión media en Catalunya es de unos 960 euros. En Barcelona se sitúa en los 990. En Extremadura o Galicia esa cantidad queda por debajo de los 800 euros. En Murcia es de 910 euros y en Andalucía de 836 euros. A los pensionistas andaluces o murcianos que se quejan de que sus colegas catalanes, madrileños o vascos tengan prestaciones superiores se les recuerda que el coste de vida es diferente en cada comunidad autónoma.

No cuesta lo mismo la cesta de la compra en Barcelona, Sevilla, Murcia o Vigo. Y una matrícula en una universidad pública catalana cuesta tres veces más que en una andaluza.

Hasta aquí todo bien pero ¿y si los pensionistas que hoy viven en Barcelona u otra ciudad catalana deciden trasladarse a vivir a Jaén o Badajoz? Cobrarán la misma pensión que tienen ahora pero ahorrarán mucho más. Tan preocupados como estamos con que las empresas trasladen su sede social de Catalunya a otra comunidad autónoma y quizás tendríamos que empezar a fijarnos en si nuestros mayores optan por hacer lo propio.

Cierto es que algunas familias han superado la fase más aguda de la crisis gracias a las pensiones de abuelos y abuelas. No pocos hijos y nietos todavía rascan algo de esas prestaciones para mantener un mínimo nivel de vida. A estas alturas de la vida no es muy apetecible embarcarse en un cambio de domicilio, en la vuelta a los pueblos y ciudades desde la que vinieron a Cataluña hace 40, 50 o 60 años. Pero ¿y si lo hacen?

En las manifestaciones de pensionistas que se han hecho en Catalunya el idioma predominante de las personas entrevistadas en los medios de comunicación era el castellano. Los periodistas de TV3 tuvieron verdaderos problemas para encontrar testimonios que se expresasen en catalán. En ese colectivo no sienta nada bien el auge independentista de los últimos tiempos.

Igual no pasa nada pero, yo, aviso.