Soy de los que piensan que Ada Colau, desde el primer día de mandato, se sintió alcaldesa y supo hacer con una agilidad que a muchos les sorprendió (a mí no) el cambio de chip mental de activista a representante institucional. Tenía hambre de poder. Otros dirán que tenía hambre de poltrona, pero yo creo que ella quería mandar para cambiar cosas, y luego ya la realidad y la complejidad del mundo han ido poniéndola, a ella y a sus expectativas, en su sitio. Pero se ha creído que es la alcaldesa, desde el principio, y eso es importante. Ahora bien, algunos tics delatan, cuatro años después, que ciertos frentes que van con el cargo no los tiene suficientemente asumidos. Pondré un ejemplo de ello y lo compensaré con un tic típico de gobernante, que éste sí lo tiene.

Dice esta semana sobre Artadi, Collboni y Valls: "Curiosamente son opuestos entre ellos pero tienen una gran coincidencia, que es que su gran prioridad es echarme a mí". A ver, como decía aquel, eso pasa aquí y en la China Popular. Bueno, en la China Popular no, que ahí el comunismo no ha dejado entrar la democracia aún. Pero en general en las democracias occidentales pasa que la oposición (diversa) tiene como objetivo conquistar el poder y, en consecuencia, desplazar a quien ahí está instalado.

Vamos, que en este caso Artadi, Collboni, Valls (y entiendo que también Ernest Maragall –ERC–, Josep Bou –PP– y Anna Saliente –Cup–) es normal que quieran ser ellos quienes lideren el Ayuntamiento de Barcelona, en detrimento de la actual alcaldesa. Ese tic victimista a lo Calimero es uno de los que todavía no se ha quitado de encima una Colau muy hecha al criticar pero que no encaja demasiado bien ser objeto de ataque, que es lo típico que pasa cuando mandas y gestionas poder. Que te critiquen y te quieran ganar en las urnas.

En contraste, un tic que sí la delata como la representante institucional que es: las constantes pelotas fuera que lanza para eludir responsabilidades. Esta semana, por ejemplo, a colación del top manta, que sin duda es una de los frente que más nefastamente ha gestionado y que más degradada tiene una parte de la vía pública, en Plaça Catalunya, el metro que ahí hay y también en la zona del Port Vell. Un desastre y un descontrol con peligro para viandantes que se quedan sin espacio para circular por aceras o andenes.

¿Y Colau cómo contesta a eso a cuatro días de las elecciones? Con reproches al gobierno español, que dice que debería dar permisos de trabajo a los manteros. Con reproches al Govern, de quien dice que no hace nada. Y con reproches a los comerciantes, con quienes en vez de empatizar se enfrenta y les dice que se equivocan al compararse con los manteros. En resumen: aquí todos se equivocan menos ella. Muy de político (en este caso alcalde) de toda la vida.