Debe decirse bien alto que “nunca un partido como Ciudadanos tendrá una oportunidad mejor de ganar unas elecciones en Barcelona”. Esa frase sencilla, muy sencilla, se ha prostituido con todas las decisiones erróneas del partido de Rivera en los últimos meses. Primero fue importar a Manuel Valls como candidato. Luego lanzar a su cara más visible en Catalunya, Inés Arrimadas, a una visita sin sentido a Puigdemont en Waterloo.

Aunque aún no se haya dado cuenta la inteligencia de Ciudadanos, si es que existe, un buen número de votos en Barcelona se va a decidir por el denominado factor Catalunya. Valls, con todos su defectos – se pide un mínimo de vinculación la ciudad -, es el único de esa amalgama de personas necesitadas de un cargo público que parece haberlo entendido. ¿Detrás? La nada. Aunque algunos hablan de partido. Ciudadanos sólo tiene una cara visible, una persona que puede atraer votos, Arrimadas. Han montando un partido bajo su foco.

Por eso, enviarla a hacer el ridículo a Bélgica, como un Albert Boadella cualquiera -este es un buen bufón y esa es su función, para mí acertada y necesaria – es un error, un grave error. Ella podía haber sido perfectamente la candidata a alcaldesa de Barcelona. Aunque en otro grave error, según avanzan varios medios, su salto no será a la plaza Sant Jaume sino a Madrid. La política catalana es un abrevadero, aunque abandonar a su suerte a sus votantes por un hipotético cargo en un gobierno en la capital es menospreciar a sus votantes. Ciudadanos va a la deriva.

El partido de Albert Rivera, quizás más preocupado por sus problemas de faldas que por gestionar un partido, ha perdido tantas ocasiones la posibilidad de ser una referencia, que uno piensa si su único fin ha sido colocarse bajo un paraguas de dinero público para arreglarse su vida. Fuera de la política la mayoría de sus dirigentes tendrían una vida monótona y fracasada. Tanto parecido al actual PdeCAT que comienza uno a pensar si la política catalana ha enfermado por una extraña simpatía de vulgaridades.

Ciudadanos aún puede rectificar. Se equivoca presentando a un Valls, fracasado en Francia, como candidato a alcalde de Barcelona. Insiste en el error enviando a su único valor en Cataluña a inmolarse en Waterloo. Y, supongo, quiere compensarla enviándole a Madrid como una cortesana cualquiera.

Sí hubiera una mente pensante en Ciudadanos le daría las gracias a Valls, llamaría al orden a Arrimadas y seguidamente la presentaría como alcaldesa de Barcelona. A la capital catalana si queremos volver a darle brillo y esplendor hay que presentar a alguien que pueda ganar. Otra cosa es, simplemente, desconocer que es la política. Aunque viendo las apuestas del equipo de Ciudadanos quizás es mejor así, porque está claro que ni tienen equipo, ni mentalidad, ni ganas de salir de la oposición. Viven de gritar, vociferar, elevar la voz, y no maduran para entender que la gran política es más sencillo. Es querer gobernar.