Cataluña nunca ha vivido en una democracia completa. Por citar sólo los últimos 80 años, hemos pasado de una dictadura a una 'dictablanda'. De la bandera con el águila, el himno español del 'tara rara rara rarara' y el nodo; a la 'estelada', 'els segadors' y TV3. Los mismos tipos de símbolos cambiando su nombre que no su significado patriótico rancio. Todos bajo el orden del más primario fascismo de ultraderecha de fondo.

Y esa ultraderecha que siempre ha tenido el poder en Cataluña no se manifiesta solo en los votos, como algunos creen, sino sobre todo en una estructura de poder por el territorio. El famoso “Lebensraum” - concepto alemán del 'espacio vital' del geógrafo Ratzel, apropiado por la Alemania nazi- aquí es simplemente Barcelona. La capital es el espacio vital donde sólo se entiende Cataluña. La democracia completa llega a un territorio cuando todos sus ciudadanos tienen las mismas oportunidades. Eso en Cataluña no existe. Los que mandaban con el franquismo son los mismos que con la Generalitat. Lo que algunos siempre hemos llamado 'la gran famiglia catalana'.

Y nuestra capital Barcelona, que a veces cree tener esa tendencia a romper patrones, no ha vivido más que una lucha por el poder. Manuel Valls se ha apoyado en una parte excluida del poder los últimos años de la 'gran famiglia' para intentar alcanzar el trono. No era una batalla por Barcelona sino una escaramuza entre los unos y los otros. Unos y otros pero siempre los mismos. Aquellos que mientras fomentan a una Ada Colau, el 'lumpen' supuestamente intelectual, para seguir tejiendo ilusiones de cambio mientras disfrutan con hilos de marioneta la putrefacción de lo urbano.

Seguramente Barcelona y Cataluña son el territorio más fascista de Europa actualmente. En ningún lugar del continente puede entenderse, menos justificarse, por ejemplo que un docente, pagado con dinero público, violente a una menor simplemente por dibujar un símbolo de su país. Con Franco 'els segadors' con la Generalitat la bandera de España. En la sanción mínima los inspectores nombrados a dedo por el régimen. Antes los buenos españoles ahora los buenos catalanes. Cambia el nombre pero no sus actos.

Solo los fascistas de ultraderecha pasan las líneas rojas de la decencia. Y aunque algunos les cueste entender que vivimos en Cataluña en un territorio donde la democracia completa tiene pánico a manifestarse. Un día multaron por rotular en castellano, otro pegaron a una menor y el siguiente fusilaron a un escritor. Lo más triste es que tenemos a la ultraderecha metida dentro del sistema público y no solo no la vemos, ni la reconocemos, ni la denunciamos, sino lo peor, en una mayoría lo aceptamos como normal.

Quien convierte la mentira en verdad, quien transforma la realidad en fantasía, es un medio público como TV3. Para muchos, suficientes, sólo lo que dice el nodo catalán es cierto. Ni pensar permiten a esa población. Y aunque no lo crean no son todos independentistas convencidos. O ¿alguien cree que todos los españoles eran franquistas en 1970?. Pero escribamos con claridad. Quién no tiene oportunidades, quién simplemente quiere no molestar, quién tiene una vida que es lo que es. ¿Va a cambiar el mundo?. Pues manifiestamente se queda donde está. Y si toca levantar la mano con Franco, ahora toca cantar 'els segadors'.

Por todo eso, quizás es hora que alguien lo escriba alto y claro. La ultraderecha fascista en Cataluña ahoga la democracia mientras sus tropas bien colocadas niegan las oportunidades a millones de catalanes. No hoy o ayer, sino siempre. Y Barcelona, mucho más triste aún, se está convirtiendo en ese espacio vital nazi necesario para que Cataluña sea algo. Creímos ser la ciudad de los prodigios, pero nunca olviden que también Hitler convirtió a Berlín en la capital del mundo. Si controlas el poder, las estructuras y los medios cualquier dicho es posible. La gente lo creerá sea por voluntad, por sumisión o simplemente por no molestar a otros.