Los sombreros mexicanos han ido desapareciendo de los comercios de recuerdos de nuestra dolida Rambla. Los mexicanos que nos visitan no se sorprenden ya al tropezarse con ese desafortunado souvenir de una ciudad al que es totalmente ajeno. En cambio, de un tiempo a esta parte los turistas, y también los barceloneses, han descubierto una estampa sorprendente en un número creciente de bares, restaurantes y establecimientos de ocio: las pipas de shisha.

La shisha es un dispositivo que se emplea para fumar tabaco de distintos sabores, filtrado a través de agua. El tabaco lo introdujeron los europeos en India y Persia y allí aparecieron las primeras shishas entorno al año 1600. Un médico advirtió a los nobles indios que fumar causaba problemas de salud y las shishas nacieron para combatirlos. De hecho, fumar a través de cachimbas no es más saludable que hacerlo con cigarros. Algunos expertos dicen que es incluso peor. Líbano, Turquía o Egipto son países donde el consumo público o privado de shisha es habitual. Y de unos acá se ha popularizado en Estados Unidos y en algunos países de la Unión Europea.

La mayor concentración de locales donde se ofrece el consumo de shisha a los clientes en Barcelona se da en el Port Olímpic y en el paseo de la Barceloneta. Pero también los hay en el Raval, el Gòtic i el Poble Sec. Poco a poco se van ganando un espacio y adeptos entre los barceloneses y muchos turistas de países donde la shisha es habitual se sorprenden favorablemente al descubrirlos.

O sea, que si usted observa un humo blanco que emerge del Puerto Olímpico no tema. Es sólo un hábito nuevo que Barcelona ha hecho suyo. Pero no olvide que ‘fumar perjudica seriamente su salud’. Y fumar shisha también. Aunque sepa más dulce y se mezcle con miel, azúcar, zumo de frutas, vino, ron o incluso whisky.