Xavier Trias i Vidal de Llobatera aún no sabe si se va a presentar a alcalde de Barcelona por JxCat, pero parece que en su partido lo dan por hecho y ya se han sacado de la manga hasta un eslogan triunfal: “Vuelve el alcalde, vuelve la ilusión”. Es difícil acumular más inexactitudes en tan pocas palabras, pero algún cerebro privilegiado de Can Puchi lo ha logrado. Veamos: definir al doctor Trias como “el alcalde”, así, por antonomasia, equivale a insinuar que ni Ada Colau ni los demás candidatos al Ayuntamiento de Barcelona valen un pepino, afirmación con la que podríamos estar más o menos de acuerdo si no fuese porque Trias, durante su reinado municipal, tampoco fue precisamente Pasqual Maragall. Si nos fijamos, lo de definir a un (posible) candidato más como “el alcalde” es de lo más convergente en general y ferrusolano en particular. Se da por hecho que el alcalde de Barcelona solo puede ser un convergente, de la misma manera que Marta Ferrusola se sintió expulsada de su casa por una pandilla de okupas políticos cuando el primer tripartito, pues creía sinceramente que el destino de Cataluña solo podía estar en manos de su egregio marido y su camarilla.

 La segunda parte del eslogan también tiene su miga: “Vuelve la ilusión”. Y uno se pregunta a qué ilusión se refieren. No sé ustedes, pero yo no recuerdo haber vivido especialmente ilusionado durante la alcaldía de Trias (ni durante las de Clos o Hereu, por cierto), ni me consta haber detectado muchas ilusiones en mi entorno más inmediato. Ni los sociatas se atreven a hablar de ilusión con respecto al ayuntamiento de Barcelona, pese a haber contado con Pasqual Maragall, quien, antes de que llegara a presidente de la Generalitat y se le fuera la olla con un nuevo estatuto que no había pedido nadie, fue el alcalde de quien mejor recuerdo guardamos la mayoría de los barceloneses. Cierto es que la desastrosa gestión de los comunes es capaz de conseguir que al ciudadano le haga ilusión cualquier cosa anterior a ellos, pero decir que con el posible regreso de Trias al sillón municipal vuelve la ilusión a la ciudadanía, constituye una hipérbole impresentable. Y prematura, ya que el doctor Trias ha encargado una encuesta para ver qué posibilidades reales tiene de ganar las elecciones antes de decidirse a dar el paso que le piden sus compadres y lanzarse, con la ilusión bajo el brazo, a la reconquista convergente de Barcelona.

No descarto la posibilidad de que el lema “Vuelve el alcalde, vuelve la ilusión” sea un eufemismo que en realidad significa “Vuelve el espíritu de CiU y que se jorobe el Tete Maragall”. Es decir, que el mal rollo existente entre ERC y JxCat se haya trasladado al medio municipal. Y es que el Tete sería el principal damnificado por el posible retorno a la arena política del doctor Trias i Vidal de Llobatera. Difícilmente los votantes del PSC, del PP o de lo que queda de Ciutadans se van a contagiar de la ilusión que prometen los neo convergentes. Sin embargo, cabe la posibilidad de que, entre los lazis de orden, haya quien prefiera un convergente moderado de los de toda la vida al converso Ernest Maragall, que dedica casi todo su tiempo a sobreactuar de independentista y vive amargado por la trumpiana obsesión de que le robaron las últimas elecciones municipales (y gracias, encima, a un intruso francés).

A efectos prácticos, recurrir a una vieja gloria (más vieja que gloria) como Xavier Trias para hablar de las ilusiones del populacho da una imagen bastante triste, fané y descangayada de Junts x Puchi. Ni Trias es el alcalde providencial que necesita Barcelona ni casi nadie recuerda con ilusión su anterior mandato. Otra cosa es que se aspire a hacerle la puñeta al Tete Maragall. Y desde ese punto de vista, uno no tiene nada que objetar: dividir el voto lazi, contribuyendo a su irrelevancia, es algo que, a mí, personalmente, me hace cierta ilusión. Así pues, animo, querido doctor, y preséntese a las próximas elecciones municipales: todo lo que sea amargarle la vida al Tete Maragall se me antoja una iniciativa de lo más pertinente.