La gestión del coronavirus se le está atragantando al Govern. Y Barcelona sigue ostentando el dudoso líder de contagios. No quiero ser agorero pero la situación puede abocar a un nuevo confinamiento porque nada estaba preparado por mucho que el presidente Joaquim Torra saque pecho de su gestión. Su incompetencia es una foto permanente que quedará grabada para la posteridad, por mucho que trate de esconderla con postureo como su orden de querellarse contra el “demérito” Rey Juan Carlos I.

Los ayuntamientos se han plantado y exigen mayor colaboración, saber las cifras y conocer las herramientas que se tienen a mano para frenar una propagación que, hoy por hoy, se ve como un imposible. Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, ha asumido el liderazgo de la protesta de los alcaldes, pero Colau esconde una cosa. Que el Ayuntamiento forma parte del Consorci Sanitari de Barcelona, que depende del Servei Català de la Salut. O sea que es arte y parte en la resolución de este conflicto.

De hecho, en el periodo de confinamiento el Consorci Sanitari de Barcelona abogó por hacer las cosas por su cuenta y la Generalitat se dejó para que el consistorio tuviera su papel en la gestión de aquella crisis. ¿Y ahora qué? Ahora no parece que el Ayuntamiento requiera ese protagonismo y se pone al albur de las decisiones de la Generalitat para evitar salpicarse. Sin embargo, su participación en el CSB la hacen igualmente responsable de lo que está sucediendo, porque el CSB tampoco había hecho su trabajo de prevención en la salida de la pandemia. Mucho gritar que era necesario salir del confinamiento para luego gestionarlo de forma penosa.

Mal ejemplo nos está dando el consistorio con esta actitud. Como mal ejemplo nos dio la alcaldesa marchándose de Barcelona en la Verbena de Sant Joan y mal ejemplo, muy malo, nos ha dado la familia de la primera edil saliendo por piernas de Barcelona mientras Colau aconsejaba a los barceloneses no salir de casa y, menos de la ciudad.

Ciertamente el Govern se ha atragantado, pero Colau también demuestra su mala forma de hacer. Las playas se llenaron este fin de semana. El comercio y la hostelería vuelven a temblar y las palabras de Josep Sánchez Llibre, el presidente de Foment del Treball, sobre que “la economía no aguantará un segundo confinamiento”, resonaban de forma estruendosa. No estaría de más que la alcaldesa de Barcelona abandonara la manifestación de alcaldes que demanda al Govern que haga las cosas bien, y se dedicara a gestionar sus propias responsabilidades. Es lo que tiene ser gobierno. Que tienes que dar respuestas. Solo quejarse y repartir las culpas puede “colar” en algún momento, pero al final la historia no la absolverá. Y al Consorci Sanitari de Barcelona, del que ella forma parte, tampoco.