En los últimos días no se ha hablado de otra cosa que de la compra de voluntades en Murcia y, de rebote, del mercado de fichajes político. La “compra” de diputados por parte del Partido Popular en Murcia no es una novedad en la política española, pero es cierto que sorprende por el descaro con el que se ha realizado. Ahora se compran diputados sin rubor, dando ruedas de prensa e inventando excusas que solo creen los fieles a la parroquia que realiza la puja. Ahora se hace todo a cara descubierta.

Muchos ciudadanos habíamos normalizado ya lo de los fichajes pre-electorales, pero no se si seremos capaces de normalizar la burda compra de voluntades que hemos visto con el espectáculo grotesco de los últimos días. Nos hemos acostumbrado, con más o menos entusiasmo, a los “mercados de fichajes”, y hemos asumido que estos dan tanto buenos como desastrosos resultados en función de la capacidad estratégica del que ficha, pero creo que nos va a costar mucho normalizar que alguien pueda dejarse comprar por otro partido traicionando al suyo por un carguito que solo beneficia, como diría el bueno de Javier Nart, a su santo culo. Y esto traerá consecuencias tanto en el panorama nacional como en el local.

Lo cierto es que pese a que las elecciones municipales tienen algo de vida propia la política nacional marca tendencias, y la tendencia actual de “con fichajes y a lo loco” y los virajes ideológicos pueden consolidar escenarios que dejaran a algunos partidos en situaciones muy complicadas. Es por ello que considero interesante analizar las tendencias que estamos viviendo para tratar de responder a la pregunta de: ¿Qué pasaría con Barcelona si hubiera elecciones mañana?

Si hacemos una breve retrospectiva para analizar algunas de las claves de las elecciones de 2019 en el entorno no separatista veremos que, en esas elecciones, Ciudadanos inició un proceso de caída en votos meses antes de las elecciones que erosionó considerablemente las opciones de la lista encabezada por Manuel Valls. Pese a la caída general de Cs, la presencia de Valls amortiguó la caída a nivel municipal y eso permitió que se consiguiera un porcentaje de voto mayor del que consiguió Cs en solitario en las elecciones europeas que se celebraban el mismo día. Un candidato socialista y de prestigio consiguió mejorar el resultado de un partido que, ya en ese momento, decidió escorarse a la derecha.

Y ese movimiento en el ámbito ideológico tiene grandes consecuencias en una ciudad en la que, según todos los barómetros, la cantidad de ciudadanos que declaran ser de derecha o centro derecha no pasa nunca del 7,5% de la población mientras que un 70% del electorado dice ubicarse dentro del eje izquierda-centro izquierda. Eso unido a la tendencia general del partido y la erosión en la credibilidad del mismo por movimientos como el de Murcia dejan en un lugar muy complicado al partido naranja.

El gran beneficiado de la deriva de Ciudadanos de cara a las próximas elecciones puede ser sin duda el Partido Socialista, igual que lo ha sido en estas pasadas elecciones catalanas. Si el PSC ya ganó en las catalanas, teniendo en cuenta que Barcelona en su conjunto es más cosmopolita y progresista que el resto de Cataluña, el análisis parece claro. Si son capaces de mantener esta tendencia y se separan claramente de las políticas sectarias de Ada Colau tendrán una muy buena oportunidad de imponerse de nuevo en la ciudad de Barcelona.

Otra variable crucial será la presencia (o no) de Ada Colau en los próximos comicios. La líder de los comunes sabe perfectamente que su partido en Madrid pasa por momentos complicados. Las encuestas marcan todavía una clara victoria del Partido Socialista en las elecciones generales y un resultado muy mediocre por parte de Unidas Podemos. La erosión del partido va directamente relacionada con los problemas de su líder Pablo Iglesias, y frente a esto, Colau podría ser un revulsivo interesante.   

El problema lo tendrá el constitucionalismo al lado derecho de la ecuación. El Partido Popular puede acabar fagocitado por VOX en el Ayuntamiento de Barcelona y eso será un problema en el momento de llegar a pactos.

La partida está tan abierta como siempre, pero empieza a haber actores que, por malas decisiones a nivel nacional, pueden tener muchos problemas de cara a las siguientes municipales. Veremos si son capaces de redirigir el rumbo o por el contrario consolidan tendencias.