El belén que Ada Colau ha colocado (mejor diría ha cagado) en la Plaza de Sant Jaume ha causado gran revuelo y malestar, y no es para menos, ¡menuda mierda!

No era muy difícil suponer que algo así iba a ocurrir. Ni es el primer año, ni será el último. Parece que es la moda, no solo en Barcelona, también en otros lugares de España y en el mundo entero. 

Aunque a decir verdad, Ada Colau no se conforma con jodernos la Navidad, también nos jode la fiesta de nuestras patronas, que ya no son ni la Virgen de la Merced ni Santa Eulalia, ahora son la Merche y la Laia.

Y esto es algo que el pueblo no tolera. Sobre todo porque cuando se celebra el Ramadán, la alcaldesa, en un árabe perfecto, lo felicita. Cuando se celebra el día del orgullo gay, la alcaldesa cuelga la bandera de los colorines en el balcón del Ayuntamiento. No cuelga una bandera que se le parezca más o menos, ni una variante más moderna de la misma, no, no, cuelga la bandera gay. Y el 8 de marzo, la alcaldesa no cuelga en el balcón del Ayuntamiento el primer churro que encuentra. Es el día de la mujer trabajadora y si no sigue el protocolo, se la meriendan. 

Por eso a la gente le molesta sobremanera que cuando se acerca la Navidad, en lugar de colocar un belén como Dios manda, plantifique en medio de la plaza esa mierda que es cualquier cosa menos un belén. Exactamente lo mismo que la socia Carmena hace en Madrid, al parecer con la voluntad de “no ofender a los que no son católicos”. Y digo yo: con esta mierda de razonamiento, el Ayuntamiento no puede celebrar nada, absolutamente nada.

Pero no es un razonamiento, es una vil excusa. Les jode la Navidad, les jode lo que representa el belén y les encantaría borrarlos del mapa. Pero no lo van a conseguir fácilmente, el pueblo se resiste. Por eso en Madrid, la gente llena espontáneamente la Puerta de Alcalá con miles de belenes pequeños, y por eso aquí en Barcelona tendríamos que hacer lo mismo. 

Porque frente a esta burla, la mejor respuesta es la belleza del belén y lo que él representa.