La alcaldesa estaba de vacaciones. Sin ninguna duda, las merece al igual que todos los ciudadanos, esto no es cuestionable. Tampoco me importa un colín dónde ha estado la señora Ada Colau con su familia. Esto también entra en la esfera de la privacidad y en estos días no hay ninguna medida restrictiva como sí la hubo durante la pandemia. Eso lo sabe muy bien la primera edil que se las saltó a la torera. Pero, mira que es casualidad, y las casualidades no existen, que la alcaldesa estuviera de vacaciones al inicio de las fiestas más emblemáticas de la ciudad de Barcelona. De esta guisa de ausencia, se ahorró la pitada que fue recibida con resignación por Ferrán Mascarell y su mano derecha Eloi Badia. Ellos fueron el objetivo de los vecinos que se agolpaban a escuchar el pregón y que no dejaron títere con cabeza.

Tras el mal trago empezaron las fiestas, como digo las más emblemáticas y conocidas de Barcelona. Por eso, algunos han aprovechado para hacer pintadas, muchas pintadas por cierto, en contra de los turistas. Pero, ¿quiénes son esos turistas? Los autores de las pintadas no discriminan. ¿Son los extranjeros? ¿O también los españoles que hoy visitan Barcelona? ¿O se incluye en el grito de guerra también a los barceloneses de otros barrios?

No está definido que los turistas extranjeros se agolpen como abejas en un panal de rica miel en la cita agosteña de Gràcia. Más bien son miles y miles de barceloneses que van a pasar el rato, a tomarse unas cañas, copas o lo que se tercie, como por ejemplo, pasear simplemente por las engalanadas calles en el otrora municipio independiente. Por tanto, las pintadas tienen un objetivo superior. No tienen nada que ver, o muy poco, con las fiestas de Gràcia. Tienen que ver con una forma de ver la ciudad por parte de grupos que van desde la CUP hasta los comunes. Sí, también el partido de Ada Colau, ha hecho del anti-turismo su bandera y ha bloqueado la ciudad en promoción turística durante estos años. Una promoción que no es solo levantar falsas polémicas como la de los cruceros, o la moratoria hotelera, sino en cuestiones más cotidianas como es la guerra contra las terrazas y restaurantes.

Estoy convencido que los autores de las pintadas, los físicos y los intelectuales, estaban en el pregón de las fiestas y azuzaron la pitada a los representantes municipales. No en vano estamos en puertas de unas elecciones y hay que jugar todas las bazas. La CUP no tiene candidato y las encuestas la dejan paseando por la línea roja del ser o no ser. Levantar la bandera contra el turismo tiene sus seguidores y lo van a explotar, o si no recuerden los ataques -más bien perfomances- al autobús turístico. Pero también los Comunes van a izar esta bandera. El debate cutre de la reducción de cruceros es un ejemplo palmario, pero no está claro que la alcaldesa aglutine los votos de los antiturismo, y la izquierda anticapitalista se los va a disputar.

"Tourists go home", rezaban unas pintadas que rezumaban un Colau "go home" por parte de sus autores. Las próximas fiestas de Gracia se celebrarán presididos por una nueva corporación. Está por ver si presidida por el mismo primer edil. Colau se ahorró los pitos de este año por ausencia vacacional, espero que se ahorre los del 2023 por ausencia electoral. De momento, sigue el proyecto de estrangular Barcelona. El caos tendrá a partir de este verano un sinónimo: Eixample.