Ada Colau encara las elecciones municipales del 26 de mayo con muchas tensiones internas. Con Barcelona en Comú fracturada y con su candidatura muy tocada tras las dimisiones de la antisistema Gala Pin y Mercedes Vidal. Las renuncias, inesperadas, confirman las grandes incertidumbres que rodean a la alcaldesa, notable en la gesticulación pero pésima en la gestión de las cuestiones domésticas y los grandes conflictos de Barcelona.

En tiempos de crisis y zozobra, BeC se agarra al carisma de Colau, de quien despotrican sus principales colaboradores. Muchos están hartos del protagonismo de su marido, Adrià Alemany, de quien se dice que es el estratega y Colau, la imagen, de los comuns en Barcelona. Histriónico y próximo a las tesis independentistas, el fuerte carácter de Alemany (acusado de sectario y déspota) ha destrozado las relaciones de la alcaldesa con su teórico núcleo de confianza.

Gerardo Pisarello (número 2), Laia Ortiz (3) y Jaume Asens (4) saltaron del barco mucho antes de la campaña electoral. Ortiz ha callado su malestar, pero sus discrepancias con Colau se multiplicaron desde la ruptura de los comuns con el PSC. Más sutiles han sido las salidas de Pisarello y Asens, dos figuras muy controvertidas. El primero y Eloi Badia han sido los grandes pirómanos del actual municipal por sus enfrentamientos con amplios sectores de la sociedad barcelonesa. El desprecio de Pisarello hacia el Mobile y algunos empresarios ha sido de juzgado de guardia. Igual de erráticos han sido los procesos de remunicipalización de Badia, quien, de momento, mantiene su fidelidad a Colau. El responsable de medio ambiente, una persona que se crece con sus lecciones de ética y moralidad, tiene uno de los coches más contaminantes que circula por la ciudad.

Janet Sanz, otra histórica procedente de Iniciativa, gana protagonismo en una nueva estructura en la que irrumpe con fuerza Joan Subirats. Cae, en cambio, Gala Pin, responsable del deterioro de Ciutat Vella por la proliferación de narcopisos en el Raval y de enfrentar al mundo de la cultura con la sanidad por el futuro de la capilla de la Misericòrdia. En el currículo de Gala Pin siempre quedará una de sus confesiones más sinceras. “Tal vez sea necesaria la policía en Ciutat Vella”, sentenció la responsable del distrito, muy criticada por los vecinos y comerciantes por su incapacidad política y su actitud altiva.

Mercedes Vidal, la concejal de movilidad y del distrito de Horta-Guinardó, ha roto con Colau, en plena convulsión de TMB por la crisis del amianto. Josep Maria Montaner, Agustí Colom y uno de los grandes referentes de la izquierda barcelonesa, Raimundo Viejo, también han acabado hasta el gorro de la alcaldesa, quien deberá multiplicarse en las redes sociales y marcarse muchas rumbas para vender una realidad que solo existe en su cabeza. Barcelona necesita un cambio o su esquizofrenia será insoportable en los próximos años.