Todos estamos pendientes de las negociaciones para formar un nuevo gobierno. El viernes se constituye el Parlament y veremos qué tintes coge la cosa. No les auguro nada bueno. ERC sigue empecinada en su acuerdo con la CUP y Junts per Catalunya. Los comunes les han dado portazo y el PSC mira los toros desde la barrera, pero no han roto en ningún momentos los puentes con los republicanos. Todo pinta a un tripartito con Junts dentro y la CUP apoyando desde fuera, aunque en Junts hay, al menos, tres posiciones. Entrar en el ejecutivo, no hacerlo y apoyar en el Parlament para achicharrar a Pere Aragonés y una tercera: forzar nuevas elecciones. Aragonés lo sabe y la semana pasada envió un mensaje de aviso a navegantes.

Con este escenario, me temo lo peor. Para muestra un botón. En su pulso permanente para ver quién es más indepe, quién más patriota, quién más republicano y quién más anti España, se hizo público y notorio en la vista del rey Felipe  y el presidente del Gobierno para dar apoyo explicito a la industria del automóvil. La excusa, el 70 aniversario de SEAT, la realidad que la empresa fabricará el coche eléctrico de pequeño tamaño del grupo Wolkswagen y que Gobierno, SEAT e Iberdrola impulsarán una fábrica de baterías, el futuro de la automoción, en España. Será la primera.

El Govern no acudió. Estaba ocupado en ondear esteladas y repudiar al Rey. Quizás no se han dado cuenta que la fábrica de baterías se instalará en España. Nadie dijo que se instalará en Catalunya con lo que se abrirá una pugna sobre su ubicación. Otras comunidades están trabajando para conseguirlo, como por ejemplo Extremadura. El alcalde de Cáceres rompió el fuego asegurando que si la fábrica se queda en Catalunya no se abastecerá de litio extremeño. Otro que tampoco se ha enterado que la ubicación no se decidirá por banderas sino por condiciones, pero poner el ventilador del odio parece que mola a la derecha española y a los indepes catalanes de todos los colores.

Las empresas decidirán dónde estará y no parece que dejarlos “tirados” haya sido una buena opción. Mejor dicho, es impresentable e irresponsable. Tengo que dar la razón a la alcaldesa Colau cuando ha criticado la dejación de funciones de Aragonés, pero dónde estaba ella. Quizás, el Ayuntamiento de Barcelona debería haber estado presente porque la fábrica podría instalarse en la ciudad Barcelona, en la antigua fábrica de la Zona Franca de SEAT, pero hay que currárselo. Quizás Colau y Aragonés deberían tomar nota de que en el acto estaban presentes los alcaldes de Sant Esteve de Sesrovires, Abrera y Martorell. Este último de Junts per Catalunya, por cierto. Colau no puede quedarse en las declaraciones. Tiene que ser activa. Y no lo ha sido. No lo fue con Nissan y no lo está siendo con SEAT.

Además, Aragonés ha cometido un error de libro. La alianza de SEAT e Iberdrola está abierta a más participantes. ¿No debería estar el Govern trabajando para que empresas de automoción catalanas participen? Pues no parece, Aragonés prefiere dorar la píldora a la CUP y bailando el un pasito palante, un pasido patrás con Junts per Catalunya, y eso que dice que la recuperación económica es la prioridad. Como Colau, pero ahí estamos. No es que no estuvieran en la foto, lo peor es que no están haciendo su trabajo. Menos mal que alguien lo hace. El sector de la industria auxiliar del automóvil lleva desde el inicio de la pandemia trabajando en su inclusión en estos proyectos de futuro. Y el de SEAT e Iberdrola no les es ajeno. No en vano, Josep Sánchez Llibre, el presidente de Foment, sí estuvo en Martorell y también ha emitido un duro comunicado contra la decisión de no acudir por parte del Govern. Es importante participar en el proyecto para impulsar la industria catalana y, también, para influir en la decisión sobre su ubicación. De momento, Aragonés está a por uvas. Colau también. Y el govern, el més calent a l’aiguera.