Si quieren sentarse en un duro banco de cemento a escaso medio metro del tráfico en el centro de la ciudad, ya puede hacerlo. Así podrá ver en primera línea los atascos y respirar con entusiasmo el ambiente contaminado de los motores que parecerán competidores en una carrera de caracoles. Un trayecto de unos minutos se convertirá en una estancia interminable por las calles barcelonesas. De esta forma, los ciudadanos podrán analizar las prestaciones de todos y cada uno de los vehículos.

Si quiere, además, participar en una gincana podrá experimentar nuevas sensaciones sobre el diseño de espacios urbanos con plantilla amarilla, o azul fosforito. Allí podrá poner en forma su capacidad de reacción sorteando furgonetas en plena actividad de carga y descarga, o eludir con habilidad los coches que descubren amplios espacios de aparcamiento que no son zona azul o verde. Si usted es conductor podrá activar su capacidad para escudriñar con tiento la presencia de la guardia urbana. Si está ojo avizor podrá sortear la multa para volver a la telaraña de coches.

Las actividades lúdicas planteadas por la alcaldesa no acaban ahí. Ni mucho menos. Si va en bicicleta y patinete podrá simular un slalom, incluso gigante, si se aventura por algunas de las calles céntricas. Es un no va más en la política de echar al coche de la ciudad. Los peatones sin miedo podrán pasear por esta prolongación de las aceras, aunque los más precavidos, sobre todo los poco aventureros de más edad, más les vale que sigan por el camino de siempre, en previsión de males mayores. Y use sobre todo los carriles bici. Son fantásticos. El nuevo de la calle Aragón promete. Respirar aire de miles de coches embotellados. ¡Es la panacea!

Y hay más. En algunas zonas, las nuevas señalizaciones ofrecen un espectáculo digno de ver. Coches intentando girar a derecha o izquierda, sorteando todo tipo de obstáculos y peligros. Haciendo lo imposible. Por si fuera poco, mientras intentas superar el cruce, los vehículos que se quedan embotellados nos proponen un concierto de claxon al aire libre. Una gozada sin duda.

En esta gran aventura, en este nuevo Dragon Khan urbano, creo que la alcaldesa se queda corta. Le sugiero que en breve habilite huertos urbanos en “las illas”, o incluso los instale en estas zonas peatonales que nadie usa. Si no le parece bien al equipo municipal el huerto urbano, siempre se pueden sustituir por avenidas florales. Podía, además, empezar a levantar el asfalto y sustituirlo por tierra polvorienta. Parecerá todo más natural, más ecológico. Sería magnífico pasear por la calle en los días de lluvia con el lodo pegado a la suela de los zapatos.

Y no se preocupe por nada, después de una dura jornada de trabajo puede asumir un trayecto turístico en bus o metro por la ciudad, retrasando la llegada a su casa. Si vive en Barcelona sólo perderá algo más de una hora. Si vive fuera disfrutará de un cómodo trayecto hasta llegar a los parkings disuasorios dónde usted dejará su coche. Si no los hay, que no los hay, tampoco se preocupe, ande y ande en pro de una ciudad sin coches. Aproveche estas horas de transporte para leer y deleitarse fuera del “horroroso” entorno familiar. Al día siguiente, otra vez a disfrutar del día.

Dicen que es un galimatías. ¡Falso, rotundamente falso! Es la nueva ciudad, la ciudad del futuro. Los ataques a este diseño vienen sólo de los activistas de la derecha, de los que están en contra de un mundo mejor. ¡Estamos diseñando la ciudad del futuro! Lo demás, son veleidades de los insatisfechos. Esto es happy flower y guai.