En el año 2014 el que fuera alcalde, Xavier Trias, promovió una ordenanza municipal de tenencia de animales cuya principal novedad era que sería preciso un carnet cívico para que las mascotas caninas, los perros, pudieran ir sueltos en determinados puntos de la ciudad. Hasta entonces estaba prohibido llevar a tu perro sin correa salvo que éste obedeciera. A partir de la normativa aprobada en aquel año, se mantenía la prohibición de llevar sueltos a los canes pero se suprimía la excepción de que podrían estar libres los obedientes. En compensación, el Ayuntamiento habilitaría unas zonas en las que mascotas y propietarios, si disponían del pertinente carnet cívico, podrían disfrutarlas en libertad y sin ataduras físicas. Como en tantas otras cosas el pleno municipal aprobó la nueva ordenanza y solo obtuvo un voto contrario: el mío.

La razón de apartarme de tanto fervor municipal no fue otra que plantear dos interrogantes cuya falta de respuesta me hacía presagiar lo peor. Una vez más, Barcelona aprobaba ordenanzas municipales de imposible cumplimiento o aplicación. La primera pregunta que hice, siete años después, sigue sin respuesta: ¿Dónde y cuándo se habilitarán esos espacios de libertad canina? Ahora, el gobierno de Ada Colau los ha bautizado con un nombre animal como ZUC (Zonas de Uso Compartido) pero siguen sin concretarse sus emplazamientos.

La segunda pregunta que formulaba entonces y que en 2021 sigue pendiente de respuesta era la relativa a la exigencia de disponer de un carnet cívico vinculado a nuestra tenencia animal. Así, quien dispusiera de este carnet, establece la ordenanza municipal, podría acceder a estas zonas de libertad canina. Sin embargo, ni en el año 2014 ni ahora, se han detallado los requisitos para su obtención ni las condiciones en las que los canes podrán disfrutar de libertad vigilada en las zonas determinadas al efecto, eso sí, con su collar y chip identificativo. Doy por supuesto que a sus propietarios no se les exigirá una pulsera de localización aunque es mejor no dar ideas a la alcaldesa porque siempre aprueba la peor.

Nadie supo contestarme, y tampoco se responde hoy desde el consistorio. Cabría preguntarse si este carnet cívico o carnet de conducir perros en Barcelona se obtendría bien mediante un test de obediencia del can y que lo habilitaría para acceder a las zonas libres de correas, o si quizá fuera el propietario quien debiera superar un examen de aptitud o un curso de affinity o adiestramiento canino. Tampoco se aclaraba, ni se aclara aún, si este carnet cívico era una licencia habilitante para el barcelonés titular del mismo o su concesión autorizaba también al resto de la familia que saca a pasear el perro. Dicho de otra manera, ¿el carnet es para el perro, el dueño o para todos los integrantes de la familia del propietario?

Por si fuera poco, la ordenanza se aprobó en el año 2014 de una forma curiosa. A la vez que entraba en vigor, se aplazaba su aplicación con tres moratorias, una con Xavier Trías y dos con Ada Colau. Lo cierto es que tenemos una ordenanza de tenencia de animales cuyas disposiciones que incorpora no se sabe ni dónde, ni cómo, ni cuándo serán aplicadas. Eso sí, en los distintos plenos municipales en los que los regidores aprobaban la normativa municipal y sus sucesivos aplazamientos, los munícipes se quedaron tan anchos y satisfechos de hacerlo como desconcertados los vecinos, con perro o sin él, ante la burocracia a añadir y confusión creada. Con tanto concejal suelto luego no nos extrañe que Barcelona se desate.