El 27 de enero de 2005, El Carmel, literalmente, se hundió. Este lunes se cumplen 15 años de aquel accidente, que, si bien, no causó víctimas mortales supuso una crisis política y social en mayúsculas en Barcelona y Cataluña. El derrumbe ocurrió durante las obras de construcción de la L-5 del metro, ahora ya en funcionamiento, y puso sobre la mesa el cobro de comisiones ilegales en la adjudicación de obra pública y una desconfianza sin precedentes hacia las instituciones en plena construcción del túnel del AVE.

El siniestro tuvo lugar en la confluencia de las calles de la Conca de Tremp y Sigüenza y el pasaje de Calafell. El hundimiento, a las 09.15 horas, dejó un agujero de 35 metros de profundidad y de 20 de diámetro y obligó a desalojar 1.289 personas de 530 pisos y dos colegios. 15 años después, la llamada zona 0 sigue sin estar urbanizada. El proyecto contempla una zona de verde y de juegos, un aparcamiento subterráneo, un edificio de pisos sociales y un equipamiento de barrio. Pero, de momento, no se ha puesto ni una piedra y el espacio ni siquiera se ha bautizado. Allí sigue un parque infantil, construido de forma provisional, que esconde en su entrañas más de 15.000 metros cúbicos de hormigón.

EL SUELO AVISÓ

15 años después, uno se pregunta si aquella crisis no se habría podido evitar. Y la respuesta es que sí. Dos días antes del derrumbe, el 25 de enero de madrugada, el suelo del Carmel avisó. Los vecinos llevaban varias semanas alertando de grietas y ruidos extraños. Un desprendimiento durante la construcción del túnel obligó a desalojar la finca de la calle de la Conca de Tremp, 2 y el garaje del pasaje de Calafell, 12. La evacuación preventiva de esas 12 familias evitó la tragedia. Los técnicos intentaron estabilizar la zona con hormigón, pero no fue suficiente. Y dos días después, el suelo del garaje se hundió 35 metros.

Se tuvieron que evacuar 84 edificios. O lo que es lo mismo 530 pisos con 1.289 personas.  A los pocos días, unos 350 vecinos volvieron a sus casas. Pero el 3 de febrero otro corrimiento de tierras disparó de nuevo las alarmas y las fincas se tuvieron que desalojar otra vez. Es decir, en apenas 10 días, el barrio sufrió tres corrimientos de tierras, uno de ellos muy grave. La consecuencia fue que la Generalitat tuvo que derribar cuatro edificios más por el mal estado en que habían quedado. Una de las imágenes que dejó la crisis del Carmel fue la piqueta haciendo añicos los pisos, llenos de recuerdos, de los vecinos. Algunos residentes tardaron dos años en volver. Otros ya no volvieron o no quisieron volver, entre ellos los más jóvenes, que rehicieron sus vidas en otros barrios de la ciudad.

EL 3% DE CONVERGÈNCIA

En febrero de 2005, el derrumbe del Carmel llegó al Parlament. Por aquel entonces, Cataluña estaba gobernada por el tripartito de izquierdas -PSC, ICV y ERC- y el presidente de la Generalitat era Pasqual Maragall. En una sesión plenaria, Maragall acusó al entonces jefe de la oposición, Artur Mas, de que su partido cobraba comisiones ilegales por la adjudicación de obra pública. "Ustedes tienen un problema, y este problema se llama 3%". El president tuvo que retirar sus palabras porque Mas le amenazó con paralizar la tramitación del Estatut. Pero el tiempo demostró que Maragall acertó de lleno. En 2018, la antigua Convergència fue condenada por el cobro de 6,6 millones de euros en comisiones ilegales en el Cas Palau  

La crisis del Carmel también disparó las alarmas y la desconfianza hacia la obra pública en Cataluña. Por aquel entonces, la ciudad estaba en plena construcción del trazado del AVE. En un primer momento, la vía pasaba por debajo de la Sagrada Família, pero el miedo a que el templo de Gaudí pudiera verse afectado, llevó a cambiar ligeramente el diseño de la línea. Eran los tiempo de la plataforma Ave pel Litoral, que reclamaba sacar el tren de alta velocidad del centro de la ciudad.

Con los años, los técnicos concluyeron que el hundimiento del Carmel se debió, primero, a una falla del terreno que no se detectó, y, posteriormente, a un cúmulo de errores, como la mala calidad de los materiales, desaciertos en los cálculos de las obras e inspecciones que no fueron los suficientemente exhaustivas. El caso llegó a las tribunales, pero se acabó archivando. Muchas de las denuncias eran de vecinos que, a medida, que cobraron las indemnizaciones las retiraron.

400 MILLONES

El hundimiento del Carmel tuvo otra consecuencia nefasta, los elevados costes económicos. La presión mediática y vecinal obligaron a las administraciones a volcarse con el barrio. Las mejoras en equipamientos, urbanismo y, sobre todo, la llegada del metro, que se produjo el verano del 2010, transformaron la zona. Pero las arcas públicas lo acabaron pagando.

La ampliación de la L-5 se presupuestó en 94 millones y acabó costando 320 millones a la Generalitat. Los gastos del Govern fueron para rehacer el proyecto del metro, realojos, derribos, rehabilitación de toda la zona afectada e indemnizaciones. Unos 66 millones se pagaron en indemnizaciones entre el Govern y las aseguradoras. El Carmel fue declarada Área Extraordinaria de Rehabilitación Integral y, además de las inversiones de la Generalitat, el Ayuntamiento puso otros 70 millones, y el Estado 16. En total, el derrumbe costó cerca de 400 millones.

El Carmel ha pasado página, pero el caso sigue siendo una de las mayores crisis políticas y sociales que ha vivido Barcelona en el siglo XXI.