El gran fracaso del capitalismo ha sido eliminar la conciencia colectiva.

Sé inequívocamente que el único motivo de esta esperpéntica realidad que nos rodea ha sido el abandono de la ética. Este capitalismo salvaje que solo atiende a los beneficios y al crecimiento exponencial, sin límite ni restricciones, no solo expolia los recursos naturales de la humanidad, sino algo mucho más profundo y es la llamada conciencia social.

Este enaltecimiento de lo individual, del “yo” más intrínseco que se desarrolla en el campo de la identidad del ego, tiene como efecto fundamental la capacidad de neutralizar cualquier pensamiento basado en la colectividad. Estaríamos de acuerdo que el interés general prevalece sobre el individual, pero el capitalismo salvaje, a base de estimular la codicia ha sabido doblegar este principio hasta crear un mundo donde el “yo” impera sobre todo lo demás. La simple lógica de este macabro escenario nos conduce a nuestra propia imposibilidad de poder cambiar nada. Estamos tan absolutamente contaminados por este cáncer, que nos hemos creído que no podemos hacer nada o que nos tiene que dar igual todo, la mentira se ha normalizado. Hay cientos o miles de imputados por corrupción, los despropósitos y abusos empresariales son constantes, y hay así un sin fin de supuestos donde al final ya nadie se cree nada de nada, y todos aceptamos todo, pero la propia inercia y magnitud de la enfermedad social hace que todo quede en eso, EN NADA. Es tan perverso el salvajismo que neutraliza la simple idea de poder dirigirnos hacia otro lado. Las voces que se alzan quedan ignoradas y caídas en el olvido. El ejemplo es manifiesto: en el año 2008 cuando sufrimos una de las peores crisis que se recuerdan, ¿que cambió?. Radicalmente NADA. Y claro, el resultado de tan espantoso fenómeno no ha sido otro que la ruina de millones de familias, con unos desequilibrios sociales inauditos jamas vistos en décadas. Escuchar, por ejemplo, que el 25% de los barceloneses viven en el umbral de la pobreza es algo que me produce una sensación de verdadera tristeza, máxime cuando todos los instrumentos que decimos poseer en pleno siglo XXI nos deberían permitir que nadie pudiera quedar excluido de una vida con dignidad.

En realidad no vivimos tan alejados del juego del Monopoly, al final arruinas a todos y te quedas con todo, y sin darnos cuenta la sociedad civil cada día es más pobre y con menos recursos. De hecho, si la gente presta atención lo que se ha impuesto es un nuevo sistema de esclavitud, donde todo lo que se percibe es para pagar administraciones publicas e Ibex 35 y dicha realidad está tan bien camuflada que se hace imperceptible a la ciudadanía. Si piensas que eres libre, en realidad no te estás enterando de nada. Algunos pensarán que las corrientes comunistas están para equilibrar dicho fenómeno y la realidad nos dice que este salvajismo también ha devorado este pensamiento en su sentido mas puro.

Y aquí radica el núcleo del texto: ¿No os dais cuenta que las ideologías son puro marketing y que pueden ser varias pero el sentido común es único? Y que el sistema implantado conlleva que se te ha de encasillar en un lado u otro Y NO: hemos de superar las corrientes capitalistas y comunistas, tanto de izquierdas como de derechas, las ideologías han sido demoníacas para nuestra sociedad. Debemos anclarnos en un sistema basado en la ética y la educación donde todos los actos siempre vayan dirigidos a favorecer los intereses de todos, no solo el de unos pocos, independientemente del lado al que correspondería esa solución. Hemos de dar alas a la meritocracia, a las políticas de esfuerzo y superación, a los emprendedores y soñadores, premiar la excelencia, potenciar infinitamente la cultura más expansiva, que nuestros maestros y científicos sean los verdaderos protagonistas, proteger a los más vulnerables y una inequívoca exigencia de que nuestros líderes sean eso, líderes (no cargos) que piensen en las siguientes generaciones, no en las siguientes elecciones. En síntesis, vamos a ponernos de acuerdo con el sentido común.