La voluntad de una anciana fue reducida por inhalación de burundanga hasta el punto de acceder a acudir a un cajero automático, hacerle sacar la cantidad máxima permitida y después entrar a su domicilio en su compañía para coger, sin violencia alguna, el dinero que guardaba y todos los objetos de valor. Sucedió recientemente en Esplugues de Llobregat. Los Mossos habían detectado ya otros casos en el área metropolitana de Barcelona, según explicaron a los denunciantes, perpetrados por una pareja que se ha marcado como objetivo a las personas mayores. La víctima no recordaba nada de lo que había hecho durante el tiempo que estuvo bajo lo que se conoce como la "sumisión química". La droga que cuando apareció provocó, incluso, jocosas reflexiones, es, hoy, una de las armas más inocuas y peligrosas.

La escopolamina, como se conoce al fármaco, anula la voluntad, produce desinhibición y crea amnesia, por lo que es habitual que quienes la consumen, de la forma que sea, no recuerden nada. Asociada, inicialmente, a los delitos sexuales, su utilización se extiende a otras formas de delinquir, especialmente a los robos. Los agentes que atendieron el caso de Esplugues, cercano a quien esto escribe, manifestaron que probablemente lanzaron la droga con un soplido desde su mano mientras hablaban con la anciana, sin que ésta se pudiera apercibir. Los primeros robos con este método en España se habían detectado en la zona de levante, pero ahora los registrados en las poblaciones colindantes de Barcelona, y en la propia ciudad, han puesto en alerta a las fuerzas de seguridad.

Nos encontramos, pues, ante una droga muy peligrosa de cuyos efectos ningún colectivo está indemne, pues reduce la voluntad y la resistencia, y difícil de detectar: sus efectos desaparecen en horas de la sangre y la orina. En el caso de delitos sexuales, debido a la "sumisión" no se producen las habituales lesiones digitales. Ello elimina las pruebas y complica la culpabilidad de quienes cometen estos delitos. En un tiempo de aumento de los delitos sexuales colectivos, como "efecto dominó" del caso de la Manada, con independencia de su resolución judicial, las precauciones por parte de las mujeres en determinados contextos deben extremarse. Lo mismo sucede con los ancianos, especialmente aquellos que viven solos.

No hay que caer, sin embargo, en el alarmismo, puesto que, estadísticamente, no se trata de un fenómeno masivo, ni mucho menos; simplemente, ser prudente. Como sucede con los delitos asociados a las nuevas tecnologías, en este caso la delincuencia va un paso por delante. Por ello, es necesario saber dónde hay que dar un paso atrás.