En ocasiones, sentimos cierta preocupación cuando vemos algunas iniciativas cuya intención puede ser aportar un bien a la ciudadanía en aras de la sostenibilidad. Más preocupación sentimos cuando chocan precisamente con los intereses de los ciudadanos para los cuales se concebían. Estas iniciativas son una disfunción que genera, en estos casos, problemas de convivencia que no estaban previstos. Este es el caso de la remodelación de la calle Ferran, una prueba piloto del Ayuntamiento que pretende incrementar el espacio para la bicicleta, aumentando de esta forma la red ciclista de la ciudad. Un objetivo loable que no nos tendría que desagradar porque, en definitiva, las iniciativas que conllevan fomentar el uso de la bicicleta son bienvenidas.

La calle Ferran es una calle del barrio gótico muy emblemática de la ciudad, que comunica la Rambla con la Plaça Sant Jaume. Fue un proyecto redactado en 1820 por el arquitecto Josep Mas i Vila, que perseguía unir la Rambla con el Parque de la Ciudadela. La calle sufrió varios cambios de nombre durante años, y no fue hasta hace poco más de 40 años, que se llamó Ferran. La calle Ferran desde siempre ha concentrado un gran número de viandantes a consecuencia de la gran actividad comercial de la que dispone. Consecuentemente, necesita cierta logística de carga y descarga de mercancías para abastecer comercios y restaurantes.

La iniciativa de la prueba piloto, según el proyecto en su día presentado, se plantea como ensayo para evaluar la viabilidad de la tipología del carril bici. Una iniciativa que ha tenido el rechazo de los comerciantes. La calle, según las asociaciones de comerciantes, como consecuencia de este proyecto, es ahora un caos en el que se han causado molestias a peatones, comerciantes y, paradójicamente, a ciclistas.  Los vecinos no alcanzan a comprender como soluciones de este tipo pueden llegar a favorecer a peatones y comerciantes, dado que empeora la seguridad de los mismos.

Calle de Ferran tras la implementación de la vía ciclable / CEDIDA

Calle de Ferran tras la implementación de la vía ciclable / CEDIDA

 

Se trata de un proyecto que el Ayuntamiento justificaba como parte de un eje transversal ciclista que conecta la avenida del Paralelo con el Paseo Picasso y que se ha ejecutado, según diversas asociaciones, sin haber realizado estudios previos que, seguro, iban a destapar los problemas que este proyecto conlleva.

Así mismo, la falta de participación en el proceso de la ciudadanía, ha determinado también el malestar de vecinos y comerciantes. En la actualidad, la calle está muy peatonalizada, e iniciativas como esta determinan una apuesta negativa en la actividad económica de la misma, cuando esto es precisamente lo que se tendría que salvaguardar.

Da la impresión, conjuntamente con el llamado urbanismo táctico, de que se dibujan en la ciudad propuestas que se pueden llegar a asemejar a la conocida frase de Ensayo y Error, o bien, Prueba y Error. Es un sistema ineficaz, lo que se suma al hecho de que se hace a costa del contribuyente y que a veces da un resultado erróneo. Es decir, para entendernos: si l'encerto, l'endevino.