Los diferentes barómetros municipales elaborados por los servicios técnicos del Ayuntamiento de Barcelona han sido, desde siempre, el fruto de una labor profesional de los trabajadores municipales adscritos a la Oficina Municipal de Datos del Departamento de Estudios de Opinión. La segunda ola del Barómetro, hecho público el pasado 27 de diciembre correspondiente al segundo semestre de 2021, sin embargo, ha roto la tradicional confianza en la verosimilitud de los resultados. Y la razón no es necesario encontrarla ni en el partidismo ni en la desconfianza hacia los funcionarios que han explotado los datos. Las reservas y la desconfianza hacia los resultados relativos a la intención de voto que proyecta el Barómetro municipal, que otorga una eventual victoria del partido de Ada Colau en las elecciones municipales de mayo de 2023, se debe a la pésima valoración que los barceloneses encuestados otorgan a Colau y al gobierno que lidera. No hace falta ser experto en demoscopia para poner en cuarentena unos resultados que, por un lado suspenden solamente el gobierno de Colau y Jaume Collboni, y por otro, le otorgan la victoria electoral. Un partido que suspende, con una alcaldesa en caída libre, difícilmente podrá ganar en las próximas elecciones municipales, cuando la tendencia a la baja se mantiene barómetro tras barómetro.

Como es posible que un gobierno con una valoración de su mala o muy mala gestión por el 49,4% y una alcaldesa que suspende con un 4,2 en la valoración de los barceloneses, la nota más baja jamás alcanzada por un alcalde de Barcelona, pueda liderar la carrera electoral, con un 14,8% de intención directa de voto? ¿Cómo es posible que los barceloneses, un 68% de los que opinan que la ciudad ha empeorado en el último año, puedan otorgar la victoria electoral a Barcelona en Comú? ¿Cómo es posible que un gobierno que es incapaz de enderezar los principales problemas de los barceloneses, que vuelven a ser la inseguridad, con un 20,8%, la suciedad, con un 11,8%, y los problemas del acceso al vivienda, con un 6,5%, ¿puede obtener la confianza mayoritaria de los votantes? ¿Y cómo es posible que se otorgue esta clara victoria electoral al partido de la alcaldesa cuando más de un 50% de los encuestados se abstiene de manifestar su intención de voto? ¿Y por qué las muestras de los barómetros municipales incorporan una sobrerepresentación escandalosa de los votantes de Barcelona en Comú y de ERC? ¿Y cómo se explica que Barcelona en Comú obtuviera un 13,7% de los votos en las elecciones municipales de mayo de 2019 y el Barómetro le otorgue a esta formación, en recuerdo de voto, más del 20%? ¿Y alguien puede creerse que los comunes hoy serían el partido más votado en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi, o que al PSC no le votaría nadie en Ciutat Vella, tal y como afirma el barómetro?

Una ciudad, en la que la inseguridad ha pasado de ser el principal problema para el 14% de los barceloneses en el primer semestre del año al 20,8% en el segundo semestre, no puede otorgarle la confianza al principal responsable de esta lacra.

El Barómetro municipal es un claro retrato de la deriva en la que ha caído la ciudad en los aspectos más básicos de la gestión municipal. Los datos son abrumadores. El malestar ciudadano y la irritación que provocan las políticas municipales entre amplias capas de la ciudadanía no se pueden maquillar ni con encuestas favorables ni con riadas de publicidad y propaganda.

La alternativa a este oscuro escenario que dibuja la opinión mayoritaria de los barceloneses no puede pasar por una fórmula de gobierno que reedite la actual coalición de los partidos de Colau y Collboni, con el apoyo acrítico y previsible de ERC. Los electores también tendrán que tener presente que determinadas aventuras, como la que encarnó Manuel Valls y sus aliados, que hicieron alcaldesa a Colau desde posiciones de derecha españolista, tampoco sirven para hacer posible el cambio necesario que se merece Barcelona. Desde Junts per Catalunya estamos comprometidos y determinados a encarnar la alternativa real en mayo de 2023. De ninguna manera renunciaremos a hacer posible la mejor Barcelona, la capital del país.